"Los derechos se toman, no se piden; se arrancan, no sé mendigan", decía José Martí hace varios años. La libertad de expresión, se ejerce al igual que el derecho al trabajo, la salud, la educación y la vivienda por mencionar algunos. No importa lo que diga una ley, si en el cotidiano no ocurre.
La situación de Pablo Hasél, es más complicada aún. No solo porque las leyes mordaza no permiten criticar ciertas cuestiones, sino porque son utilizadas contra quién implique un riesgo al orden establecido. Nunca para quien lo refuerza. La libertad de expresión, es un derecho que se ejerce contra un estado (ya sea monárquico, presidencial, parlamentarista, etc.), contra la clase social dominante y sus personificaciones en el ámbito laboral. Es decir, contra un poderoso.
Más allá que la cultura de la cancelación está de moda, acá pasa por otro lado. Un comunista, que además es artista, se encuentra en la prisión por ser consecuente con su pensar. Por criticar, en pleno siglo XXI, a los representantes españoles de Dios en la Tierra. Si, así de ridículo. Así de absurdo. Además, no olvidemos, que todo esto ocurre en el gobierno autopercibido progresista de PSOE y Podemos. Una vez más queda a la vista el límite de querer cambiar el capitalismo desde el Parlamento.
En Latinoamérica en general y en Argentina en particular, debemos cambiar más cuestiones de las que nos imaginamos. Pero no tenemos monarquías. Ojo, se no quita que varios burgueses y burguesas se crean de sangre azul.
Más allá de esta virtud que tenemos en esta parte del mundo, hay que prestar atención. Estás cosas llegan acá, generalmente, tarde y mal masticadas. Por mencionar unos pocos ejemplos, de las dos últimas gestiones (CFK y MM) tenemos las leyes antiterroristas, la compra de equipamiento y tecnología al sionismo, meter presos a pibes por posteos en contra de funcionarios en las redes, espionajes, causas armadas, asesinatos, etc.
Ante la crisis económica y social vigente pero que no termina de estallar, ¿Qué medida tomara este gobierno o el próximo para defender sus intereses de clase? ¿Qué son capaces de hacer desde la burguesía cuando sientan amenazados sus privilegios? Varios ejemplos hay a lo largo de la historia para responder a esta pregunta. Ninguno es en un sentido progresivo. La diferencia es que no existe, por el momento, un importante nivel de organización entre los trabajadores. Pero aumenta como nunca antes la desigualdad social.
Por último, una vez más, destacar el triste y gris papel de la izquierda realmente existente en nuestro país. A diferencia de la gran difusión otorgado a la Revolución Permanente de Ricky Martin y de René de Calle 13 en Puerto Rico, acompañada por agua ardiente, regetton y bachatas - pero nunca por un son- se llamaron al silencio hasta no ver la movilización a lo largo y ancho del reino exigiendo la libertad de Pablo Hasél. Ante un militante de izquierda que se encuentra preso, por debates históricos al interior de la izquierda, reinó la indiferencia. Su defensa, no implica moverse ni un centímetro de su visión de Trotsky, de Stalin, de la Revolución Rusa, etc. Su silencio, sí.
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