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CIUDAD LA I SE K - AÑO 2117 d.C




[...] La satrapía de los hermanos Koryoto perpetuó así su reinado durante tres generaciones. Contabilizando unos cincuenta y cinco años de inestabilidad, intrigas palaciegas y guerra civil larvada.


Al doblar el codo de su trayectoria vital - a sus 45 años- el Canciller Atanasio Koryoto, el orejón, declaró disuelto el Reino y convocó a trabajar en la instauración de la República de Iguales.


Convocó a las cortes populares a sesionar sin agenda ni programa; proclamó el estado de asamblea permanente e instó al pueblo bajo sin representación ni cuota parlamentaria a tomar parte en las discusiones.


Publicó a tales fines infinidad de periódicos y gacetas. Promovió y prohijó la fundación de clubes de política y recreación a los que dio por nombre "Red Intercultural de Macaneo Disperso, Libaciones y Bacanales".


Tuvieron desigual éxito: según los registros, de su seno irradiaron al menos 114 asesinatos; 387 casos de intoxicaciones graves; 27 suicidios; 964 exhortos; 263 convocatorias, 114 fanzines y 53 largometrajes.


Se expandió en paralelo el narcomenudeo; se extendió incontenible el mercado negro de bienes alimentarios indispensables; el fenómeno del trueque reemplazó en muchísimos rubros el tradicional intercambio de equivalentes mediado por dinero. A este respecto, el sexto Koryoto celebró, proclamando "el ocaso final de la abstracción".


Transcurridos dos años de implementación de la denominada Línea de Acción de Masas para la Definitiva Salvación de la Patria y su Sino, Atanasio el orejón ofreció un banquete cortesano "a la vieja usanza".


Se instó a la población a contemplar todo lo acaecido allí mediante streaming. Se instalaron pantallas gigantes en centros neurálgicos de las abarrotadas ciudades, pese a que vastas zonas de las mismas adolecían de suficiente suministro eléctrico hogareño desde hacía unos cinco años.


Promediando las 16 horas de transmisión, hizo su aparición el gas zarín en los ya vejados aposentos imperiales.



Eufórico, Atanasio aulló su discurso final. Mientras se desnudaba, concluyó:


"¡Acá comienza su libertad, mis caros desarrapados, indigentes, miserables, meados y cagados!¡Dos mil trescientos de los nuestros perecerán en menos de una hora, ya que he dispuesto sellar toda esta inmundicia palaciega hasta que no se registre rastro alguno de vida! ¡Ni los niños de entre los nuestros zafarán de este zojapi demiúrgico! ¡Merecido zojapi demiúrgico! Me autoproclamo demiurgo, pues. Y es este mi último acto: ¡muero inmortal, manga de crotos! Arréglense ustedes con lo que les dejamos tras siglos de abyecto sanguijuelismo, pero no se olviden de esto: si no me chiflaba el moño a mí, harto de toda esta runfla, ustedes no se liberaban a sí mismos ni con Excursionistas jugando la Libertadores. Les quité el yugo parasitario de encima. No me lo agradezcan; no se lo merecen. Se los doy de onda. Que les sea leve la libertad. Saludos cordiales."


Transcurrieron, a la postre, setenta y cinco años de guerra civil caníbal.

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