top of page
lacloacawebzine

¡Con mis Drugos al ataque vamos a ir! A 50 años de La Naranja Mecánica



Uno, dos ultraviolento. Uno, dos ultraviolento. Uno, dos ultraviolento. Uno, dos ultraviolento.


Hace 50 años se estrenaba el film La Naranja Mecánica, dirigida por el genial Stanley Kubrick, basada en del libro homónimo de Anthony Burguess. Hasta acá nada que no se sepa o haya dicho.


Ríos de tinta y toneladas de análisis se han escrito sobre La Naranja Mecánica desde aquel lejano 1971, fecha de su estrenado. Ya fuimos varias las generaciones que nos hemos deleitado una y otra vez con Alex y sus Drugos en ese extraño futuro no tan lejano y distópico. Como todas las cosas buenas de la vida, uno las disfruta de manera diferente según la edad. De adolescente era acercarse a ese Film maldito con cierta cautela. En definitiva, era una película que los más grandes nos recomendaban enfáticamente y al final uno la miraba más por presión y por insistencia. Luego de verla no lográbamos terminar de entender muy bien porque tanta historia, es más, hubo cierto consenso entre quienes la vimos por primera vez que fue bastante aburrida (VHS of course). El tema, y acá empieza la magia, es cuando uno siendo adolescente empieza a patear la calle.


Obviamente, de una forma muy intuitiva, muy primordial, nos caía la ficha que mucha de esa violencia callejera (divertida, inconsciente, riesgosa y marginal) estaba ahí, al alcance de la mano, seduciéndonos. Impúdicamente nos tocaba y nos besaba. Algo que no se podía precisar tomaba forma en nuestras cabezas y muchas de esas imágenes que habíamos visto con más aburrimiento que otra cosa, se corporizaban peligrosamente cualquier sábado a la noche. ¿Qué tienen que ver unos pibes de Lanús con un futuro distópico? No, no pidas que te explique todo…por eso hable de magia.


Varias débochcas caminan por ahí Mueven sus scharros con frenesí Los mal chicos de cuero nos queremos divertir Con mis drugos al ataque vamos a ir.

Y ahora qué pasa, eh? Y ahora qué pasa, eh? Y ahora qué pasa, pasa: Uno, dos ultraviolento.



Lo cotidiano ameritaba una segunda mirada y ahí sí, empiezan a aparecer matices, sabores y texturas que nos van enamorando; Beethoven, el bello Nadsat que mezcla palabras rusas y gitanas... Imágenes que al principio ni notamos, ahora vemos en toda su belleza. Nos interpelan, aparece la complicidad.


Pasa el tiempo y empiezan a quedar lejos algunas cosas. Todavía queda un sabor a calle, pero es distinto, tiene otro bouquet. No estamos recuperados, pero ya la ultraviolencia quedo atrás. Tal vez algún Drugo se vendió del barrio que lo vio nacer, pero nada grave. La ausencia de oportunidades, se mezcla con lo obsceno de un fin de década que nos dejó un mundo arrasado. Ahí estábamos tratando de entender porque tanta tragedia y porque no, tanto aburrimiento.


Los años pasan rápido, pero volvimos alguna que otra vez a enfrentar a Alex. Ya saboreamos todo, jugamos a imaginar cómo sería estar en Korova tomando una leche plus. Todo tiene sentido, ya estamos lejos de lo intuitivo y vamos racionalizando; el amor crece, fascina, emociona. El método Ludovico y la doble moral juegan una y otra vez: de victima a verdugo refinado. En este punto ya resulta imposible no trazar una línea entre unos y otros. Además, cuidándonos de que aún no aparece el progre y tan bien visto “es una víctima de la sociedad”. Simplemente La Naranja Mecánica mete en la misma bolsa a unos y otros, porque en definitiva se trata de eso. Ya estamos grandes para andar buscando héroes.


Sin militsos en la esquina es más fácil para mí El drencrom en la golová me hace decidir La de grudos más bolches la quiero para mí Crobo rojo entre sus lapas les haremos salir.


La violencia está ahí, dura, refinada, por placer, venganza, institucional o por lo que sea, pero siempre cínica y corrosiva. Sabemos que la pregunta aparece ineludiblemente, porque ahí está tal vez una de las claves de La Naranja Mecánica, ¿Quién se salva? ¿A quién le daríamos una oportunidad? Insisto con esto, ahí está su grandeza, 50 años después nos sigue generando preguntas, nos sigue perturbando y nos sigue reflejando amargamente. Si no tuviste Drugos, si te es ajena la ultaviolencia (o el deseo de ejercerla), tal vez te sientas más a gusto con Frank Alexander y su bucólica existencia, pero ¿sabes qué? no podes escapar. De última tal vez te conformes con una progre existencia, desbordante de mal gusto y te enorgullezcas por tener una enorme escultura con forma de pene en tu casa, y claro, gatos, muchos gatos. Por lo que sea, nadie escapa de ese espejo que es La Naranja Mecánica, y seamos honestos, si escapas es porque te gusta hacerle el boludo (o buluda)


Y ahora qué pasa, eh? Nos quieren transformar, no lo lograrán No lo lograrán. No, no lo lograrán. No, no.



¿Y ahora qué pasa?, pasa de todo paparulo. Pasa por ejemplo que una legión de púberes (y no tanto) recién salido de la escuela de cine, han puesto de moda decir que La Naranja Mecánica es uno de los “Film más sobrevalorados de la historia “. Esto lo dicen muy sueltos en su odiosa jerga snob mientras se babean con cortos iraníes y juegan a la rebeldía en alguna cervecería de Palermo. Seamos honestos, no tienen ni con que empezar. Ahí, en ese punto se agigantan Alex, Pete, Georgie y Dim. No hay Charge.org que te salve de la visceralidad del mundo, cuanto antes lo veas, más rápido vas a entender…y si es con Beethoven… mejor. Hubo una época, que no nos daban todo masticado, suavizado y digerido.


Como dato, en nuestro país La Naranja Mecánica fue estrenada en 1985. Una obra de arte tiene siempre que superar la prueba del tiempo. Hoy, Siglo XXI, año 2021 con un mundo en Pandemia, La Naranja Mecánica se ríe en nuestra cara y nos muestra, cinco décadas después, todo su esplendor. Nos quieren transformar…y sabemos…que no lo lograran. Uno…Dos…Ultraviolento.


83 visualizaciones0 comentarios

Entradas Recientes

Ver todo

Comments


bottom of page