Se vuelve necesario escribir en un momento así. Habitualmente encontré en esta práctica, la cual no realizo con recurrencia y sistematicidad, el ejercicio catártico de sacar lo que tengo adentro. En algún momento, con más o menos precisión, lo hice orgánicamente. Por errores personales ya no lo hago, ni siquiera cada tanto. A veces, también lo intente con disfraces ficcionales. La realidad es que cuando quise estimular la creatividad, me ganó la ley del menor esfuerzo. Hasta el momento solo he podido expresarlo desde el vómito (que nada tiene que ver con el bar frente al Hospital de Clínicas). Pero hoy me saqué una muela. La dentista me preguntó a qué me dedicaba y le dije que al mundo de las ideas. Ante su pregunta de qué hago con las ideas, no pude más que responderle: sufro.
Sin intenciones de aburrir con rodeos y auto referencia que poco pueden importar, este marginal de cuarta con aspiraciones artísticas, tiene la necesidad y ¿por qué no la potestad? de arrojar algunas reflexiones. En ese camino, consiente de mis limitaciones y de mi lugar, intentaré desarrollarlo.
El 20 de noviembre del 2010 estaba haciéndole unos mandados a mi tío, a modo de retribuirle tanto afecto y aprecio. En ese momento me llamó por teléfono mi vieja para preguntarme si sabía algo, si conocía al pibe que acababan de matar por cortar las vías del tren. En cuanto pude, cargué crédito en mi celular y le escribí un mensaje de texto a un pibe del Partido Obrero que me seguía en el CBC de Bulnes. Llegué a mi casa, me senté en la computadora y me puse a leer al respecto. Una patota de la Unión Ferroviaria había matado a Mariano Ferreyra, un estudiante de historia del CBC de Avellaneda. Lo habían asesinado por luchar.
No lo dude, hablé con este pibe y me fui a Constitución. Una vez en la estación del subte dude en si seguir o no. La llegada del tren me obligó a ir, pero también seguía dudando. Tenía 18 años y era ajeno a una ciudad que me deglutía por todas partes, en todos los sentidos.
Al día siguiente fui a plaza de Mayo. Ver la plaza llena de gente llorando me hizo entender que, más allá de la fiesta sojera y la abundancia de pocos, en la argentina había cosas que no estaban bien y había que cambiarlas. Había que involucrarse. Mariano Ferreyra podía ser cualquiera de nosotros.
La marcha por el asesinato de Mariano Ferreyra fue una de las primeras marchas que fui. En el 2010 había llegado a vivir a Buenos Aires y cursaba el CBC, al igual que Mariano. Un pibe como cualquiera de nosotros conmovido por la injusticia que genera un sistema basado en la explotación del hombre por el hombre. Un pibe que comprendió que la única manera de cambiar las cosas era organizándose y luchando, inclusive hasta la muerte.
Una patota de la Unión Ferroviaria mató a Mariano por luchar en solidaridad con los tercerizados del sector, pero fundamentalmente porque la burguesía, sus agentes y sus representantes, nos temen organizados.
Al año siguiente, se hicieron a la luz las escuchas telefónicas entre el entonces Ministro de Trabajo (Carlos Tomada) y José Pedraza. Ese mismo año, Tomada sería candidato a vicejefe de gobierno en la ciudad de Bueno Aires. Sin cuestionamientos, sin rechazo masivo. Es más, muchos jóvenes saldrían a militarle la campaña, a defenderlo frente a un cuco mayor que avanzaba. Los mismos que le militaron la campaña a un asesino como AnibalFernandez (responsable político de la muerte de Kosteki y Santillan).
Tener memoria es entender la historia, comprenderla para transformarla. Pero fundamentalmente, saber de qué lado de la mecha te encontrás. Días como hoy, me cuesta entenderlos compañeros. Los oportunistas políticos, merecen el tacho de la historia.
Que los autores ideológicos y políticos de este crimen contra la clase obrera sigan sueltos, signfica que nos falta. Seguiremos luchando por el socialismo, seguiremos generando conciencia de clase para que la sangre derramada no sea negociada.
El gobierno dio la orden, la policía liberó la zona y la burocracia apretó el gatillo.
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