Dicen que allí te afanan el celu de por vida. Eternamente, en un loop perenne sin tiempo ni espacio.
Pero
Allá se pueden ver, hacia el oeste, infernales colinas desde las cuales mayas, aztecas e incas ofrendan, en eterno triple empate, cuantiosos cuerpos en sacrificio a sus múltiples deidades. Una orgía de sangre sin fin donde la sabiduría ancestral fluye hemodinamicamente en el crepitar de las vísceras a la parrilla. Pachamama, Quetzalcoatl y Chac Bolay se decapitan una y otra vez en jocoso juego, regocijándose con el sometimiento de puebluchos innominados.
Hacia el este puede apreciarse, en ominosa disposición, la colina del orteo. Condenado a ver sin participar nunca, el progre deleita sus nunca exploradas perversiones para las cuales prescribe siempre tolerancia. Tolerancia sin goce. Lo que vendría siendo, a fin de cuentas, la consagración trans-escatológica del candado autoimpuesto. Allá están garchando, un todes contra todes sin fin y con todo el cotillón orgiástico; yo no participo, no se lo que es, pero llamo a la comprensión. En una de esas, miro.
Hacia el Sur -cuentan- se dispone un vergel colorido, florido y apacible. Hasta se rumorea que es un calco del Eden que el mismísimo Satanás se hizo al caer en desgracia. Una réplica exacta de aquello que permanece vetado desde el No-Tiempo. Una ingente pradera rebosante de frutos naturales de todo tipo donde languidecen hordas veganas que por mor de haber eliminado de cuajo la ingesta de proteínas, permanecen en un estado de burda simiez. Bobalicones, han perdido el habla y, con ello, la capacidad de abstracción; por ende, no proyectan. Su discurrir cotidiano allá en el sur del infierno es la mera y tosca subsistencia. Hasta el canibalismo les es vedado por composición ontológica. Toda una osadía siendo que es la regla ahí nomas, en otro cuadrante infernal.
Hacia el norte, en tanto, parece que hay espacio para la eterna reproducción de las pedagogías alternativas. Dicen que el propio Belial se refiere a esta región como la Colina Waldorf. Millonadas de mocosos cegándole literalmente la cabeza a otra ingente masa de inútiles con guardapolvo mientras se proyectan de fondo filmes de fina y detallista raigambre francesa y hasta cuelan algo de cine iraní. Un BAFICI infernal sin principio ni fin. Hasta refieren que es un embole soporífero. La región más aburrida del infierno.
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