Colaboración externa del Camarada Agustín.
Dejalo ahí, con esa mirada. Ojos de equivocada y falsa victoria que la gilada adoptó. Hasta la victoria siempre, como su tatuaje del brazo, no siempre es victoria. Para muchos, frase que emerge como una defensa ante la negación del caminar diario. La vida de los desposeídos que parecen no tener capítulos en este asunto. “Padre de sus padres, padre de sus hermanos, el superamigo de sus amigos. El protector de sus protegidos”, remarca Cherquis Bialo. Será por eso que los poderosos quisieron adoptarlo a sus filas. Para subirlo al pedestal de falso líder y ser el alcahuete de los intereses de unos pocos.
Y se rebeló, y nos dimos cuenta que no era rebeldía. Fue uno mismo. Fue lo que se le antojó. Fue siempre el mismo. Los dueños de la moralina nunca se lo perdonaron. Claro, hay que predicar con el ejemplo. Y se rebeló y fue el villero irreverente, el zurdo de cuarta, el grasa de los dos relojes. Poco a poco apresuró su destino de quedar en cuatro o cinco trapos de alguna cancha pelada del ascenso y despojarse de brillar en una estatua en los lujosos pasillos de la FIFA.
Pero metiste un gol con la mano, flaco. Y después le hiciste eso a los ingleses, loco. Tiempo más tarde me contaron de un vecino que después de Malvinas, cuando pasaba un avión, se tiraba y gritaba en su barrio abajo de la cama. Y unos cuantos meses después oí de un señor que en la televisión decía que con esos goles sintió recuperar un ratito aquellas islas.
Y después de eso te metiste en la falopa. Y luego trajiste hijos sin reconocer. Y años más tarde nos metías en un Mundial de pedo, pero sacábamos pecho de estar con vos en el banco y mientras teníamos la argentinidad al palo vos pediste en conferencia que te la sigan chupando y en casa decíamos “uy Diego la puta madre”.
No sé cuántos eran. No sabremos cuantos más había. Pero caminando por el barrio se me va el oído porque un pibe va pateando una pelota diciendo ahí va Messi, ahí va Maradona. Porque mientras tomos unos mates en casa la vieja me tira que en el chimento de la siesta te siguen sangrando después de muerto diciendo que tenías cuentas bancarias escondidas. Pero a la noche te busco y te encuentro en la Bombonera diciendo que la pelota no se mancha y se me cristaliza el párpado. O te reconozco en algún tik tok viral de cuando dijiste en un día de lluvia que te acababas de tomar un cocido con torta frita que hizo la Tota. Y te encuentro ahí. Y como tantos otros te vamos a seguir encontrando en la virtud y en el error. Las siguientes líneas no buscaron ser el chupamedismo de la idolatría de saldar la cuenta con una foto en cada nacimiento. Pero entendí que nadie puede explicar de tu paso por acá. Nadie explica tantas fotos y tantas facetas. Nadie sabe cómo hiciste lo que hiciste. A veces solo resta escribirte con algunas copas de más. Y seguir escuchando a los que te sangran. Y seguirte escuchando en YouTube defendiendo a los jubilados. Y seguir encontrándome con algún pasaje puteando a la Claudia y decir “…Diego”. Y al otro día despertar y mirar que estas en el fondo de pantalla de mi teléfono, con el pecho inflado y la de Argentina con las que nos diste una del mundo. Y así Maradona seguirá viviendo en cada rincón. Incompresible por ser el que siempre fue. Desde la letrina de Fiorito hasta la playa privada de Dubái. Desde el lujo europeo hasta el alambre de púas en Mandiyú de Corrientes. Desde el ciudadano ilustre, hasta el declarante explosivo. Hasta la victoria siempre, fue tu defensa. Contra los que ni cambiando la meada de un frasco pudieron.
Así y todo, te extraño.
Comments