top of page
lacloacawebzine

Tirando la primera piedra


A veces para empezar a escribir, hay que ordenar un poco las ideas y pensar qué queremos decir y a dónde queremos llegar, precisamente, con lo que decimos. Hace rato que está dando vueltas en el equipo de la Cloaca, la idea de escribir sobre el under, qué es el under y, sobre todo, la temida pregunta ¿Hoy existe el under?


Lejos de dar una respuesta acabada del tema con este escrito, como dice el título, es tirar la primera piedra. Es empezar a plantear más o menos la cosa, acercar una mirada desbordante de subjetividad y que este punto quede bien claro de entrada. No busco ser objetivo, tampoco podría. Si buscas un análisis lleno de datos, equidistante entre la experiencia propia y la realidad estadística, deja, seguí de largo y léete algo más piola. Este espacio va a estar lleno de afirmaciones en las que el “para mi” es fundamental y, cuanto más lo pienso, más lógico me parece este punto.


Basta de preámbulos que solo dilatan la cosa…arranquemos.


Conurbano Maldito.


Para ubicarnos, primeros años de la década del 90’, Zona sur del gran Buenos Aires. Atravesar el paso de la primaria a la secundaria con 13 años era algo muy simbólico, era el primer paso para empezar a conocer la calle, era empezar a moverse solo y con el grupo de atorrantes que te tocaba en suerte. Más si ibas al industrial (por cierto, escuela pública y todos hijos de laburantes, que muchas veces apenas habían terminado la primaria). Eran los años de las primeras rateadas, las primeras birras, reconocerse con aquellos con los que también compartías gustos musicales, esto era fundamental. Creo que la música, era el primer paso para empezar a transitar aquello que denominamos under.


Acá, en este punto, empezamos ver las primeras diferencias con nuestro hoy. En aquellos años la cantidad de lugares para ver bandas era realmente abundante; desde los entrañables sucuchos hasta ya los lugares más piolas y “masivos”. Uno tenía un abanico de opciones para poder elegir con un modesto bolsillo de adolescente. Pero aún en los lugares más grandes existía una atmósfera, de no saber muchas veces que iba a pasar. Con 16 años, podías ir a San Telmo y sabias que en Cemento, Arlequines o Zona Cyborg algo ibas a encontrar y no, no había cervecerías artesanales. Se escabiaba en la calle y se morfaba en Uggi’s. Solo había que cuidarse de la gorra (igual que ahora, igual que siempre.)


Era en esos lugares marginales, desprolijos (donde rara vez alguna banda sonaba bien) donde también uno empezaba a politizarse, generalmente a través de algún Fanzine y empezabas a conocer gente más comprometida con la realidad social, enterarse por ejemplo que existía el FOSMO (Frente Opositor al Servicio Militar Obligatorio), empezar a escuchar de lucha antirrepresiva. En fin, era un combo que venía de la mano de la birra y la música, pero siempre con una aureola de marginalidad que se extraña en este hoy tan ordenado. Aclaro, no digo que ahora no existan sucuchos, digo que en aquellos años habían más (imposible no pensar en un antes y después de Cromañon) pero en esa precariedad también existía un sano componente de “hazlo tú mismo”. Tal vez, en este punto, se empieza a esbozar una primera definición: no es posible pensar un Under “ordenado” un Under “cómodo”. El Under es algo subterráneo, que huele mal, hiede, que cuestiona lo establecido, que por definición debe tener una cuota de rebeldía y de enojo con lo masivo, que se da la mano con la creatividad en todos los campos, ya no solo musical. Es algo que pasa y late a un ritmo diferente a lo establecido.


Volvemos, cabe la pregunta ¿Hoy existe eso?, a riesgo de recibir alguna puteada (o muchas), me animo a decir que no. Hay una uniformidad preocupante, tanto en las formas como en el contenido de lo que se ve por aquí y por allá. Es entrar a algún lugar que promete y salir con la sensación amarga de esto ya lo vi muchas veces, poco de sorpresa. Mucho, muchísimo de corrección política. Termina resultando preocupante ver tanta tolerancia, uno extraña esa atmósfera de jóvenes que quieren romper todo, pero también se extraña esa atmósfera de creatividad que flotaba en el aire de cualquier antro. Hoy pareciera que nadie se tiene que ofender, nadie se tiene que incomodar. Las reglas las rompemos con miles de reglas nuevas que nos uniforman... y así uno va sintiendo que se asfixia.


Hablar de los primeros años 90, es pensar en un momento muy particular del under, las cosas se fueron poniendo cada vez mejor ¿Por qué? porque comenzó a suceder un hecho importante, las tribus comenzaron a mezclarse, dejaron de mirarse feo, y comenzaron a convivir en los más extraños lugares. Siempre estaba esa sensación que lo inesperado podía suceder; un claro ejemplo de esto eran las fiestas del Condon Clú. Todo esto podía transitar cualquier pibe del Conurbano.


Post porno, post verda’ y yo a esta altura ya me aburrí…


Cuando todo es relativo, cuando las certezas son muy mal vistas, porque seguramente alguien se sienta ofendido, es cuando uno empieza a pensar seriamente en Orwell y 1984. Entonces, la idea de crimen-mental toma corporalidad. A ver, para que se entienda: hay mucho de censura y autocensura. Es cortísima la bocha en este sentido. Se debaten tanto las formas, que el contenido termina adaptándose, diluyéndose y edulcorándose. La creatividad se encorseta y mal que le pese a muches, la leche chocolatada con vainillas tiene bastante poco de subversión.


La cultura que moleste, aguijonee y lleve a pensar el sistema, se quedó en algún lugar olvidado. De los ámbitos donde uno espera osadía, que se corra, aunque sea un poco el límite, es precisamente donde más y más se nivela para abajo. Se contrabandea pelotudez cultural, eso sí, muy bien argumentada, pero lejos disparar algo nuevo, algo que nos deje pensando. Las cosas empeoraron, la realidad es bastante más oscura y el futuro infinitamente más incierto de aquella ya lejana década del 90. Frente a eso, algo hay que decir, alguna barricada hay que construir, porque si no aparece el vacío, la ausencia, los gritos sonsos y la pereza intelectual, que se conforma con tan poco.


A veces solo se trata de patear el tablero. Sin embargo, pasan los años y no aparece ese grito que moleste y vaya indicando algo, por mínimo que sea. Y ahí, tal vez se esboza otra definición: mientras desde lo político no vaya sucediendo nada nuevo, dudo que el under refleje algo más que corrección política. Obviamente este debate es imposible con aquellos que hablan de batalla cultural, mientras se revuelcan en las migajas que les revolea el poder. Que quede claro pibe creativo, si sale desde el poder es otra cosa, pero nunca under. Que toques, expongas o hagas una obra que es bancada desde cualquier municipio, tan bien visto en estos tiempos, no es más que bajarse los lienzos. Sin embargo, lo llamativo es que no aparece desde la otra vereda algo que lo cuestione. Y tal vez acá sigan apareciendo pequeñas puntas que nos ayuden a entender un poco más la cosa: cuando el arte y la cultura transitan esos carriles, la domesticación está ineludiblemente a la orden del día.


Como dijimos más arriba, el under por definición huele mal, le escapa los uniformes y mucho no le preocupa el que dirán, o si, pero para joder, molestar, incomodar a la otra generación que está más arriba y ya empieza a manejar los hilos. Cuando lo que es masivo, es exactamente lo mismo que se ve en cualquier lugar subterráneo, algo está mal. Cuando uno encuentra en algún piringundín de mala muerte a cualquier banda de cincuentones que la rockean infinitamente mejor que cualquier banda de púberes, algo está definitivamente muy mal.


El clima de encorsetamiento, no es medible en días o meses, incluso tampoco se puede medir en algunos años, pero si miramos en décadas, en casi tres décadas, la percepción es que se han ido perdiendo espacios. Cada vez cuesta más encontrar expresiones con ganas de cuestionar lo establecido. Obviamente me imagino que Juan Leche Seca, va a saltar a señalar que está tal espacio o que tal banda de Villa Ojete no se ajusta a lo que viene señalando este pequeño escrito. Si, ya lo sé Juan, no habló de las excepciones, estoy hablando de una atmósfera general, de la percepción general que tenemos quienes ya andamos por algo más de 40 y pudimos conocer algo de aquellos años.


Para no hacerla tan larga, simplemente se trata de tirar la primera piedra.


Déjennos morir…déjennos morir…déjennos morir

Desde la escuela que nos enseñan a nuestra

Patria hay que defender!

Y que las armas, las carga el diablo

Y las dispara ya sabes quién.

Muerto estas… muerto estas…muerto estas

Bajo la libertad!!!

Satán…Belcebú… 666

Y cuantas balas de tu salario

Esos diablillos se compraran

Y qué decir de los inocentes

Que esas balitas van a matar.

Muerto estas… muerto estas…muerto estas

Belcebú… Satán… 666…Vencera!!!

Dejennos morir!!!


Estado Mayor Conjunto “Muerto estas” 1991


189 visualizaciones0 comentarios

Entradas Recientes

Ver todo

Comentários


bottom of page