Asfixiante distopía a la vuelta de la esquina. Peligros hoy latentes que se desenvuelven con la potencia de, precisamente, una catarata y ponen a bailar sobre las brasas las subjetividades de un grupo de becarios investigadores de Ciencias Sociales.
Un periplo abrumador que atenaza y no suelta. Una forma de relatar urgente, agresiva y –todo el tiempo- mordaz, incisiva, lacerante.
El autor –se sabe- es habitué de ese mundillo afectado de academia que tantos conocemos y transitamos no sin recelo; a veces nos asomamos y nos vamos rajando. Pero nunca lo abandonamos del todo.
Los protagonistas del tragicómico vaudeville portan nombres ilustres de la sangrienta lucha política y militar que sacudiera a la Argentina entre las décadas del 50 y el 70. Herejía, provocación y sorna; necesarias todas.
La exuberancia de las cataratas del Iguazú, precisamente, no solamente son aquí paisaje, contexto. No. Esa exuberancia es omnipresente e impregna absolutamente todo. Hasta la manera de ordenar el relato.
Sinceramente, al terminar de leer este vector urgente de disidencia controlada, uno pide a gritos su salto al lenguaje cinematográfico.
Comments