(Advertencia del Comité Editorial: la presente intervención ya quedó, invariablemente, vieja; caduca; obsoleta. Además de ser una aproximación superficial, un pantallazo profano a un despelote multidimensional cuyo lenguaje conocemos apenas de rebote, todos sabemos que la vertiginosidad de un salto tecnológico –por ende, civilizatorio- es mucho más intensa con respecto al salto anterior. A resultas de esto, es obvio y evidente que lo comentado aquí resulta provisorio, contingente y, de nuevo, superficial. Sin ir más lejos, al cierre de este despacho nos llegan reportes de una IA de aplicación bélica que toma decisiones en combate y de otra capaz de enseñar a leer y escribir. Y ni hablemos de los usos en medicina; ni qué decir ya sobre la posibilidad de acceder al registro dejado por cualquier mortal en “la nube” y la posibilidad de recrear su presencia en el mundo de los vivos post mortem. Por caso: ya andamos tanteando la posibilidad de que aparezca un engendro de estos que nos traiga al Diego 24/7. Anoten, para la próxima: transhumanismo. Un debate acá a la vuelta; ya en acto).
Como quien no quiere se superponen los temas que señalan el colapso, a la crisis climática ahora se le suma la Inteligencia Artificial -IA-. Dejando de lado las especificidades podemos decir que es la estadística llevada a su mayor exponente con el acceso masivo a datos de la red.
En cuestión de meses la IA dejó patas para arriba la realidad, siendo utilizada por millones de personas, en un mundo que ya venía revuelto y tensionado con alarmas ultra sensibles que se activan ante cualquier movimiento.
Para ambos temas brotan una fila de científicos, académicos, opinólogos y gobiernos, señalando que la cosa tiene que ir para otro lado. Se agotan las entradas a los festivales decrecionistas, catastrofistas y colapsistas donde se corea la extinción de la raza humana. Ambos temas funcionan como chivo expiatorio de la innegable crisis civilizatoria humanitaria global. Mientras los ricos son cada vez más ricos y los pobres crecen a millones, saltan un puñado de luminarias de diversas disciplinas a proponer una pausa en el desarrollo de la tecnología. Pero, aunque quieran, no hay forma de detener esto.
Lo cierto es que el desarrollo de las fuerzas productivas devora todo, se morfa a estos científicos y a los que hablan del calentamiento global si no es a ellos, es a sus discípulos o a sus patrones. Es más: los financia, porque la contrahegemonía de los papers es aséptica.
La extensión digital o artificial con la que se vive actualmente es poco discutible: ya dependemos, ya son parte de nosotros los dispositivos, y no solo para "trabajar": llenamos nuestro tiempo libre con la virtualidad. Somos quizás un embrionario cyborg en transición: la conectividad se plantea como un derecho de acceso básico, como el agua….
Inteligencia Artificial y realidad
Desconocemos el desarrollo real de la IA; solo vemos la punta de iceberg, porque no nos dejan sentarnos en la mesa de los grandes. Nos dan el chiche, el chatGPT u otros de acceso público o pago, para que lo probemos y también para probarnos. Entrenamos “de onda” al robot y nos preparan a nosotros: acá somos los monitos, nos están midiendo, están viendo cómo reaccionamos. La máquina se controla y al mono hay que disciplinarlo, pero como nos asustamos de nuestra creación, algunos piden frenarla -por unos meses- para adaptarnos y para que puedan hacer negocios. Si algo está claro es que nos esconden la pelota y que la posta está en otro lado.
Huelga subrayarlo: hoy las implicancias son globales. Y claro, hay pequeños daños colaterales, como el suicidio de un usuario fundido al que la IA no lo ayudo, o no saber quién es el autor de una foto o de un poema, o la necesidad por vez numero mil de cambiar la educación porque la IA te resuelve un examen, o la pérdida de, más o menos, 300 u 800 millones de trabajos pasado mañana. Es que la aceleración de la automatización y la digitalización también permiten hablar abiertamente de la desaparición de empleos. Aunque no por mal pensados, es que suponemos que los eternos ganadores de este casino no se van a fundir, ¿entonces?
Entonces la burguesía tratará de encontrarle la vuelta para meter la IA en la producción a mediana y gran escala y seguirán repartiendo migajas. El resto, a hacer malabares, y en una de esas el tan repetido y paliativo salario universal se hace realidad, más temprano que tarde.
En este contexto no será raro que aparezcan los ludittas 3.0: sí, los que rompían las máquinas por temor a la competencia. Porque todo esto es casi lo mismo que se decía en los albores de la revolución industrial, y cuando empezó la máquina a suplir a los artesanos, el discurso siguiente era "quieren transformar al hombre en máquina”. Ahora que ya un poco lo somos, habrá que ver qué nos depara el futuro.
Por lo que se conoce, la IA se enfoca en resolver bastante del trabajo abstracto, leer estudios médicos y dar diagnósticos, escribir y gestionar demandas judiciales, escribir noticias. Entonces la posibilidad es que nos tengamos que romper más la espalda para laburar y reproducirnos con tareas peor pagas y con mayor esfuerzo físico.
Por su parte la burguesía como la clase más revolucionaria, no mide costo materiales ni humanos, y cada vez concentra más excluyendo a millones. Al desarrollo le contrapone miseria, y la IA puede profundizar más avances en menos manos y con mayor exclusión. Es solo cuestión de continuar la tendencia actual.
Remate
Entendemos que IA no tiene sentimientos y es limitada en su creatividad, pero opera algoritmos y procesa datos a un nivel masivo que promete y se vuelve casi inexplicable para sus creadores. Aunque estos algoritmos sean programados por humanos, se llega a confundir entre realidad y virtualidad. El punto de quiebre está en que los humanos dejemos de lado la pasión, las emociones, la cultura, la espontaneidad y la creación, si actuamos y nos reproducimos como robots, si gana el autotune y se pierde la esencia, no solo seremos reemplazados: seremos superados.
También advertimos nuestras dudas respecto a la autonomía que pueda tener la IA. Una suerte de inteligencia que rompe el algoritmo, se administra a sí misma y nos domina. Creemos quizás, que la van a seguir manejando otros monitos, los ambiciosos. Cabe colegir que la cosa va a pasar porque los monitos con palos y piedras cagados de hambre sitien a los que manejan Skynet.
Por último, todo este movimiento deja entrever el desfasaje cada vez más pronunciado entre fuerzas productivas y relaciones de producción. La innovación tecnológica es razonable en términos de abaratar costos de producción como objetivo de la humanidad, sobre todo si entendemos que lo que determina el valor de las cosas es la cantidad de trabajo socialmente necesario para producirlas. Entonces quizás, IA mediante, podríamos reducir cualquier jornada laboral al mínimo, la de todo el mundo, tendríamos más tiempo libre y creativo. Tenemos la posibilidad de vivir todos mejor, hay sobreabundancia de recursos, pero en el medio hay que “convencer” a los dueños de las cosas - la burguesía - que socialicen los beneficios. Menudo desafío.
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Bonustrack 1 -que se entrelaza con lo abordado-:
Finalmente, la división del trabajo nos brinda ya el primer ejemplo de que, mientras los hombres viven en una sociedad formada espontáneamente, mientras se da, por tanto, una separación entre el interés particular y el interés común, mientras las actividades, por consiguiente, no aparecen divididas voluntariamente, sino por modo espontáneo, los actos propios del hombre se erigen ante él en un poder ajeno y hostil, que le sojuzga, en vez de ser él quien lo domine. En efecto, a partir del momento en que comienza a dividirse el trabajo, cada cual se mueve en un determinado círculo exclusivo de actividades, que le viene impuesto y del que no puede salirse; el hombre es cazador, pescador, pastor o crítico crítico, y no tiene más remedio que seguirlo siendo, si no quiere verse privado de los medios de vida; al paso que en la sociedad comunista, donde cada individuo no tiene acotado un círculo exclusivo de actividades, sino que puede desarrollar sus aptitudes en la rama que mejor le parezca, la sociedad se encarga de regular la producción general, con lo que hace cabalmente posible que yo pueda dedicarme hoy a esto y mañana a aquello, que pueda por la mañana cazar, por la tarde pescar y por la noche apacentar el ganado, y después de comer, si me place, dedicarme a criticar, sin necesidad de ser exclusivamente cazador, pescador, pastor o crítico, según los casos.
Fuente: Feuerbach. Oposición entre las concepciones materialista e idealista (Primer Capitulo de La Ideología Alemana; 1846)
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Bonustrack 2
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