La pregunta inicial nos permite zambullirnos en algunos intentos reflexivos que por decantación nos aproximan a otra pregunta, acaso ¿Ser vegetariana es de izquierda? Ambas preguntas se responden igual. Aunque nos cueste creerlo, es No.
Las cosas no tienen una esencia en sí mismas que las determine. Las cosas son en su contexto. Por eso, algo que es progresivo en un momento, puede ser regresivo en otro y viceversa. Esto se debe a que la realidad está en movimiento; es dinámica. No se puede descender dos veces en el mismo río, nos recuerda Heráclito. La realidad no es algo quieto y estático, ¡por suerte!
En ciertas ocasiones en posible encontrarse con personas vegetarianas que se fundamentan enfáticamente, postulando entre mucho palabrerio: “¡ser vegetariana es todo lo que está bien!”.
En muchos casos, decidimos no comer carne pensando en las horribles condiciones en que se encuentran los animales para la producción industrial de dicha proteína. Algunas empatizamos con esos animales pensando que podrían tener una mejor existencia y nos atraviesa la culpa del genocidio cotidiano que no controlamos. Otra explicación para quitar las carnes de nuestra dieta es pretender evitar el efecto que puede tener en nuestro organismo comer animales producidos de manera industrial. Sin embargo, es este juego de sumas y restas de beneficios, requieren una mención especial los alimentos ultraprocesados. Cualquier intento de mejorar nuestra salud argumentando dejar de comer carne se anula con cada paquete que abrimos. Detrás de cada deliciosa galletita hay un significativo proceso industrial que se aclara si leemos bien las etiquetas (hay muchos debates interesantes en relación a la Ley de etiquetas. Por nombras dos: la comprobación científica en relación a la mala calidad nutricional de muchos alimentos y bebidas y el lobby empresarial para justificarlos).
Retomando. Vale decir que no ponemos en discusión las nefastas condiciones en que se produce la mayoría de la carne animal, que son de movida dudosas ya que los animales están encerrados, a veces sin poder caminar ni dormir y medicados con lo que sea necesario, pero ¿los animales se van a liberar por su cuenta si se reduce el consumo? No importa la ubicación de los astros ni de las estrellas cuando fueron concebidos, ni en su nacimiento. No es posible. Solo en películas como “Pollitos en Fuga” pasan estas cosas. La única especie que puede liberar a todas las demás del planeta, es el ser humano, pero para eso, necesita liberarse antes de ella misma. Que la Mujer deje de ser loba de la Mujer.
¿Hay alguna expresión más grande de especismo que la especie reina de la fauna decida que hay que comer únicamente flora? Cualquiera de nosotras que haya tenido una maceta sabe que las plantas sienten, tienen sed, calor y se estresan. Incluso, cada vez hay más evidencia científica de que las plantas se comunican entre ellas. ¿o acaso eso no importa porque no las podemos escuchar? Ya lo decía mi abuela: las plantas van siempre juntas, por lo menos de a dos, para que se hagan compañía y no se pongan tristes.
¿De dónde viene la comida?
En nuestro país como en el mundo, la producción de carnes, vegetales, cereales y legumbres viene acompañada de urbanización descontrolada, desalojos, inundaciones, incendios, privatización de las tierras comunes y modificaciones de las fronteras. Así como también de deforestación, monocultivos y pesticidas. Esto existe y se potencia cada día a pesar de la dieta que cada una elija. Obviamente, todos estos procesos son llevados adelante por empresas locales y multinacionales con la ayuda de los gobiernos de los distintos países. Además, la inmensa mayoría deja de lado, omite, no le presta atención o no le interesan las condiciones en las que trabajan las personas vinculadas con la producción de alimentos.
Generalmente, en el ámbito rural, hay mucho trabajo golondrina, los peones son mal pagos (incluso muchas veces esclavos), trabajando en condiciones de miseria extrema (sin agua, ni gas, ni luz, ni cloacas), viviendo hacinados con sus familias y varias más. No se puede tomar como regla que algunas compremos en algún negocio de agricultura familiar o tengamos nuestra propia huerta. Más allá que estos temas ameritan otras discusiones y reflexiones, no son la regla. Por el contrario, son la excepción.
¿Qué tienen en común la leche de almendra, las milanesas de soja, las barritas de cereal y el tofu? Que todas son productos del trabajo humano. Que todas, para poder realizarse, tuvieron un proceso de producción que incluye derechos laborales, propiedad privada de los medios de producción, lucha de clases sociales, explotación y plusvalor, entre varias cosas más. Sin embargo, el propio sistema se encarga de ocultar estas cuestiones. Son mercancías que se relacionan entre sí; sin personas ni relaciones sociales por detrás. Es una relación entre cosas. Solo productos en el mercado. A esto, Carlos Marx lo llamo Fetichismo de la Mercancía. Desconocer esta cuestión es lo habitual. Es una de los atributos del sistema para mostrarse como ahistórico y para hacernos creer que siempre fue así, desde la época de los dinosaurios hasta la actualidad y por muchos siglos más. Conociendo estas cuestiones, y volviendo al tema que nos convoca a reflexionar, podemos afirmar que, por una cuestión ideológica, ser vegetariana es, como mínimo, exactamente lo opuesto a algo progresista.
¿Acaso alguien conoce una vegetariana o vegana pobre? ¡Es imposible! Esto se debe a que para poder tener una dieta de ese estilo necesitas por lo menos dos cuestiones que la mayoría de las personas no tiene: tiempo y dinero. La razón es que, para poder cocinar estas comidas, una necesita más tiempo e ir a los lugares específicos a comprar, si es que vivís en una ciudad grande porque si no, son productos más difíciles de conseguir. Además, hay que sumar el tiempo de ir al médico a hacerse los exámenes para saber que no tenemos problemas de salud, el tiempo de aprendizaje sobre conocimientos vinculados al reemplazo y consumo de proteínas, al consumo de calcio y a evitar la anemia, entre otras cosas. El dinero, además de posibilitar la dieta, permite complementarla con vitaminas como la B12 y con otros medicamentos si las cosas no vienen bien.
Otra variable a poner en juego es el comportamiento de nuestro organismo, algo que no controlamos por más que meditemos o recemos. Es decir, nuestro cuerpo puede sintetizar bien la proteína vegetal y extraer el calcio de la espinaca…o puede que no. Acá influyen, entre otras cosas, nuestra trayectoria alimentaria, los antecedentes de salud y el dinero del que disponemos desde pequeñas para satisfacer nuestro status alimenticio. Pero como dijimos, el organismo que tenemos depende también del de nuestras madres y padres; es clave. Hay cuestiones hereditarias o emergentes que nos exceden. Como así también cuestiones como, por ejemplo, la celiaquía.
¿Por qué decimos que es imposible que haya vegetarianas o veganas pobres? Porque este tipo de productos para la alimentación están dirigidos a la mínima parte de la población que elige qué comer, en un país donde la desnutrición y el hambre son un problema crónico a pesar de que se produce alimento para cinco veces más que su población.
Entonces… ¿Quién se puede dar el lujo de elegir no comer un alimento por una cuestión de principios? Bueno, alguien que tiene el tiempo y la plata para comprar otras cosas. Ni hablar que, ante la demanda, han aparecido cadenas de venta de productos dietéticos o supuestamente saludables, con una estética particular, similar al de las cervecerías artesanales, donde la gran gama de productos es más cara que en las dietéticas históricas de los barrios. Discursivamente la nota la dan algunas personas públicas, generalmente mujeres, que cumplen los estereotipos de belleza hegemónicos, que se jactan de decir orgullosas la cantidad de años de ser vegetarianas o veganas. Comer sano es, también, un gran negocio.
¿De dónde venimos?
La Argentina tiene un promedio muy elevado de consumo de carne por persona en relación a casi todos los países del continente y del mundo. Somos el primer país a nivel mundial en comer carne vacuna, con 50k por persona al año. El segundo incluyendo las otras carnes, con 110k, solo detrás de EEUU por 10k[1]. ¿podemos pensar esto sin tener en cuenta la historia del país y su importancia a nivel mundial en la producción de alimentos y materias primas? Solo si queremos ladrar por ladrar. Al principio fue el cuero, luego carne tasajo y posteriormente, a partir de las heladeras, el hielo y la capacidad de conservar por mucho tiempo, para poder transportar en los barcos la carne que todas conocemos. En este sentido, no nos llama la atención el aumento desmesurado del precio de la carne en relación a otros alimentos, principalmente cuando se empezaron a exportar cada vez más cortes a China. Por suerte, no muchas comemos soja (transgénica). Tampoco nos sorprende el aumento del consumo de carne de cerdo y de pollo, mucho menos que desde el Estado transparenten que ante la situación de riesgo alimentario las familias incluyan legumbres en su dieta, exponiendo lo restrictivo que se vuelve el acceso a la carne. Seamos claras: se come menos carne porque no se puede pagar.
Además, tenemos que tener en cuenta que, en la Argentina, el Glifosato y la soja transgénica fue aprobada por Felipe Sola – uno de los responsables políticos del asesinato de Maxi Kosteky y Darío Santillan y actual canciller- hace 25 años. En el país se utilizan más de 600 millones de litros de veneno por año[2] (en un comienzo, eran 100 millones), matando no solo a las malezas y plagas, sino también a todo lo que lo rodea, contaminado ríos y napas de agua. Obviamente, también afecta a las personas; incluso puede generar la muerte. En este sentido, no queremos dejar de destacar el nuevo transgénico anunciado con bombos y platillos por el gobierno nacional: el Trigo HB4[3]. Este es el primero a nivel mundial destinado directamente a alimentación humana. Las consecuencias sobre nuestros cuerpos, mentes y vidas, son desconocidos. También sobre el medio ambiente. Nada indicaría cuestiones positivas a pesar de los comentarios de todo el empresariado y del gobierno.
Según el INDEC, la canasta básica alimentaria, aumento un 46,4%comparando febrero 2021 con febrero 2020. La canasta básica total, en el mismo periodo aumento un 42,2%. Es decir que la comida aumento más proporcionalmente que el resto de los productos[4]. Este dato duro, hay que verlo en su contexto: una desocupación del 11% (cuarto trimestre 2020)[5] y una población bajo la línea de pobreza del 42% (segundo semestre de 2020)[6]. Otra vez, ¿Quién puede elegir qué no comer? ¿Quién puede señalar lo “inmoral”, lo “violento”, lo “criminal” de comer animales? Alguien que no tiene hambre. Ojo, esto no quita que haya recetas vegetarianas y veganas ricas que podamos incorporar a nuestra dieta. Como también criticamos a aquellas que no comen verduras porque son “feas”, haciéndonos acordar a niñas de cuatro años. Lo que nos tiene que quedar claro es que una buena alimentación para toda la población, es un derecho y es posible a través de una dieta variada. Para lograrlo, los alimentos deben dejar de ser una mercancía.
Para cerrar, en épocas de pandemia, no podemos ser tan tontas de no decir que una buena alimentación, cuatro veces al día, es indispensable para un sistema inmunológico fuerte y sano. Una buena y variada alimentación tiene como base a las carnes (no somos como aquellas que niegan la evolución), las verduras, las frutas, y las legumbres.
Caprichitos burgueses, ¡No en mi cocina!
NOTAS:
[1] https://www.lanacion.com.ar/economia/campo/carnecuanto-come-argentino-relacion-al-resto-del-nid2569968/ [2] Recomendamos la página web de Naturaleza de Derechos en general y en particular sobre este punto:
[3] Más información sobre el nuevo transgénico en: Trigo HB4, el nuevo canto de sirena de la burguesía argentina https://lacloacawebzine.wixsite.com/misitio/post/trigo-hb4-el-nuevo-canto-de-sirena-de-la-burgues%C3%ADa-argentina [4] Más información en el informe del INDEC https://www.indec.gob.ar/indec/web/Nivel4-Tema-4-43-149 [5] Más información en el informe del INDEC https://www.indec.gob.ar/uploads/informesdeprensa/mercado_trabajo_eph_4trim20126C4AD8D8.pdf [6] Más información en el informe del INDEC https://www.indec.gob.ar/indec/web/Nivel3-Tema-4-46
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