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Sistema de Evaluación Pública: los juegos del hambre de Milei y Sturzzeneger.

lacloacawebzine

[Por Dino Renzi. Colaboración externa]


Lunes y nuevamente en el trabajo estoy. 



No es una queja de extensión de la resaca, o la necesidad de volver a mi casa para dormir una siesta, sino la fortuna de tenerlo. En un año en el que los trabajadores del estado fuimos y seguimos siendo sometidos a los despidos masivos, a la incertidumbre trimestral de un contrato, a no saber si continúa el programa, agencia, ministerio, secretaría para la que trabajamos; en un año en el que vimos derrumbarse nuestros ingresos; en un año de mudanzas, de alquileres por las nubes; en ese año y sobre el final, el Ministerio de Desregulación del Estado y Coso nos somete a un examen de idoneidad.


A las 11 de la mañana del viernes 20 de diciembre me apronté para salir desde mi casa en Villa Pueyrredón hasta las oficinas del INAP en San Telmo con el objeto de rendir el examen del SEP (Sistema de Evaluación Pública). Dudé por un rato si salir en moto o tomarme el transporte público. Dudé porque se nubló y empezó a lloviznar. Desde ese momento, mi día se convirtió en algo similar al escenario apocalíptico de los primeros días del gobierno donde la postal de diciembre del 2023 eran árboles caídos, arrancados de cuajo, autos destrozados, carteles volando.


Al final fui en moto porque enseguida paró de llover y quise apurarme antes que se largara de vuelta, pero cuando salí Carlos Antonio López estaba más llena de autos que lo habitual. A las pocas cuadras me encontré con el tránsito cortado, un camión con desechos químicos volcó en San Martín y Mosconi y amontonó una fila de autos hasta General Paz. Por milagro no fue tragedia. Se lo dijo uno de los bomberos a una señora que pasaba con el carrito de las compras. A los nervios propios de un examen tuve que sumarle el desvío, la urgencia por llegar, de correr contra la tormenta y la nube tóxica a mis espaldas. No lo digo por autorreferencia, sino por el hecho trágico de vivir en la Argentina de Milei, al menos para todos aquellos que vivimos de nuestro salario. Esto me pasó a mí, pero pienso en los problemas de otros compañeros y compañeras, en una amiga que me cuenta que no le dieron el día para ir a rendir, la obligaron a fichar la salida y volver a fichar la entrada cuando volviera de dar el examen. Me pregunto por esos compañeros y compañeras de la Secretaría de DDHH ¿Habrán rendido? Hay que ser muy canalla para evaluar y despedir en plenas fiestas, a comienzo de año.



Pero paremos la mano. Más allá de la efusividad y locura que componen diciembre (y ahora también enero), sobre todo en Argentina, tratemos de hacer un análisis de lo que pasó y puede seguir pasando con el empleo público, aparente responsable de todos los males que le impidieron al país ser potencia y por el cual los estatales estamos sometidos al purgatorio. Recapitulemos.


Hace unos meses, sin anuncios oficiales, el gobierno nacional puso a circular el rumor de que los trabajadores de la Administración Pública Nacional (APN) iban a tener que rendir un examen de idoneidad con el objetivo de demostrar si reunían la capacidad para desempeñar un cargo o función dentro del estado. Es decir, si eran idóneos o no. Finalmente, a comienzos del último mes del año, mediante la Resolución N° 26/2024 de la Secretaría de Transformación del Estado y Función Pública perteneciente al Ministerio de Desregulación y Transformación del Estado, el gobierno aprobó el examen que deberían rendir los empleados de la APN y todos aquellos que aspirasen a serlo.


Como circuló en varios medios de tirada nacional, el examen cuenta de tres niveles (Servicios Generales, Administración y Profesional) y los ejes temáticos evaluados son:  Comprensión Lectora, Razonamiento Lógico-Matemático y Administración Pública Nacional (compuesto por un marco normativo que va desde la Constitución Nacional hasta las leyes de Procedimiento Administrativo, de Ética Pública y el Condigo Electoral, entre otras normativas). De acuerdo con el nivel en el que se inscriba cada trabajador, debe rendir o no todos los ejes temáticos. Administración y Servicios Generales son evaluados únicamente en Comprensión Lectora y Razonamiento Lógico-Matemático, mientras que Profesionales son evaluados en todos los ejes.


En relación con el examen en sí mismo, es un examen de opciones múltiples que cuenta con 24 preguntas para el nivel Profesionales (8 para cada eje temático) y 20 preguntas para Administración y Servicios Generales. Cada trabajador debe sacar un turno por la página del SEP y presentarse a rendir media hora antes porque a la humillación de ser evaluado y a la perversidad de ser despedido, hay que sumarle la ansiedad de la espera, ya que cuando se ingresa a rendir (en un cuarto de 3 metros cuadrados con 20 computadoras) los usuarios no se habilitan hasta que no se haga la hora exacta del turno. Una vez que esto sucede, el trabajador tiene el ruido blanco de un cooler y una cuenta regresiva en números rojos para no desconcentrarse y acordarse que su futuro puede depender  tanto de la voluntad soberana como de que responda bien esas preguntas.


A lo largo de la historia y en todos sus niveles educativos, desde la primaria a hasta la secundaria, incluso en la educación superior, antes de ser evaluado uno recibe clases donde se exponen los temas, se intercambian ideas, interpretaciones, se debate; en pocas palabras sucede algo que en pedagogía se llama proceso de enseñanza aprendizaje. Pero no, mejor no hablar de ciertas cosas. Fiel a su impronta autoritaria, de berrinche adolescente, de es así porque quiero, el gobierno abrió una página con estética iu es ei y lejos de colaborar con la preparación de los empleados públicos, colgó los links de infoleg con las normativas que se evaluarían y una guía de estudios con potenciales preguntas y sus correspondientes respuestas. Arreglate como puedas, estudiá rápido y rendí urgente, un examen que tienen más que ver con los exámenes pisa que con la idoneidad propia del trabajo cotidiano de un estatal.


Frente a la crítica de los gremios, el gobierno sumó unas clases de apoyo virtuales, pero como nada se condice con la urgencia de probar la idoneidad de quienes trabajan para el estado nacional, como todo llega tarde o a destiempo, el día 23 de diciembre había inscripciones abiertas para el 18 y el 19 del mismo mes. Una macana no tener el DeLorean para viajar al pasado, otra muestra de las vejaciones a las que el gobierno nacional somete a los empleados públicos, Marty.



¿Pero qué trae el examen? Según el gobierno el objetivo es jerarquizar el empleo público, levantar la vara, dice el ministro Sturzenegger, Terminator, en un posteo de la red social X. Sin embargo, el gobierno no toma el examen porque quiere, sino porque puede. O mejor dicho, toma el examen para demostrar que puede. Que puede evaluar en diciembre, en enero y si hace falta en febrero y marzo también. Porque el poder no se tiene, se ejerce.


El gobierno gana porque cierra programas, despide y no pasa nada. Toma examen y es un hecho; en diciembre y enero todos los empleados públicos rendimos y rendiremos el examen, a pesar de la pose de los gremios, judicialización mediante, por detenerlo.


Hoy rendimos un examen, mañana tal vez tendremos que correr un triatlón y luego,  quizás, vaya uno a saber qué quieren que hagamos. Pero como la única verdad es la realidad, la realidad es que rendimos sin certezas un examen no vinculante, sin explicaciones ni propósitos, sin premio y con castigo. Fuimos con el rumor, porque así gobierna el terror, con rumores, con posibles, con hipótesis, con miedos y ansiedades. Fuimos a rendir sabiendo que solo lo podes hacer tres veces, con el hipotético premio de un contrato anual. UN CONTRATO ANUAL. Así de miserable y humillante nuestra consagración. Ni pase a planta ni concursos; la falsa promesa de volver a una situación previa al arribo de Terminator, el hoy gerente de la desregulación y ayer Ministro sin cartera, el depredador de leyes, el desregulador nato de toda actividad que impida relaciones injustas, el ex Secretario de Política Económica en el gobierno de la Alianza, el ex Presidente del BCRA durante el gobierno de Macri, el garante de que lo que te espera no es nuevo, mucho menos bueno.

 

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