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Aceiteros: crónica de una lectura necesaria

  • lacloacawebzine
  • hace 1 día
  • 2 Min. de lectura
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Miércoles 17 de diciembre de un 2025 especialmente agrio. O largo en su acritud. Época de balances, suelen decir.


Miércoles también de represión al puñado de viejos de todos los miércoles frente al Congreso. Me desprecio por haberlo naturalizado al punto de haberme olvidado. Así es que van ganando: el hartazgo rebalsa y no se distingue si es de adentro hacia afuera o al revés. Inundación.


Reina una calma tensa y vergonzante. Los manifestantes son pocos; ni un cuarto de plaza ocupan. La milicada se mofa, cansada. Hasta de su propio sino parecen reírse. Después nos dicen que el cinismo se inventó en Twitter.


Esquivando el dispositivo de propaganda armada del gobierno, rodeo unas cuadras y llego a Madres. Entramos.


Hacía más de diez años que no pisaba la casa. En ese mismo salón estuve allá por 2007, en reuniones largas y muchas veces improcedentes, con activistas del zurdolatinoamericanismo ; Hebe inaugurando el convite y retándonos por ser críticos de aquella “primavera progresista”. Qué Madre, Hebe: ruda y amorosa.


Dieciocho años después, acá estamos: esquivando milicos para ir a la presentación de un libro. A metros, en el Congreso infame, los esbirros de traje empujan la reforma laboral. Sospecho que ya pasó; falta convalidarla en papel. Algo debe quedar para aferrarse.


El libro de Pablo Waisberg, pertinente y necesario, narra la recuperación del Sindicato de Aceiteros y Desmotadores de Algodón a comienzos del siglo XXI. La devaluación de 2002 redefinió la inserción argentina en el comercio mundial y colocó al gremio frente a una patronal agroindustrial estratégica. El boom de las commodities, con la soja como vedette, dinamizó lo que Alejandro Bercovich definió como “un proceso de autoconocimiento obrero”: el viejo en sí y para sí que hoy se expresa en salarios dignos y mejores condiciones de trabajo.


Ahora que el viento tórrido de la reacción nos sopla en contra, en el tono de Daniel Yofra se adivina algo clave para el presente: calma y firmeza. Humildad. Compañerismo en sentido amplio. Asamblea. Organizarse, discutir todo, confiar en que la organización vence al tiempo, incluso cuando la ofensiva digitalizada del capital coloniza conciencias vertiginosamente.


La preocupación es compartida: cómo acercar esto a un piberío que nos mira distante, acaso como a dinosaurios vivos. Tanto Carla Gaudensi, de FATPREN, como Carlos Zamboni insistieron en ese punto que nos aguijonea a diario. Nos haremos con el material en breve y seguramente lo saludemos con alguna reseña laburante.

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