Caminando por el círculo de la negación, solo encuentro triunfazos. A veces también aparece el error; pero el error es, casi siempre, ajeno. En el círculo de la negación también caminan y existen los que jamás se equivocan. Cuando aparece la duda, inmediatamente aparecen toneladas de citas: ni se te ocurra cuestionar la verdad; porque la verdad es así: científica, inamovible. Pero en algunos casos es más científica e inamovible, por eso (obviamente) se puede acomodar.
Sigo caminando por el circulo de la negación despacio, desconfiado… Me cuesta encontrar manos curtidas y espaldas dobladas; me dicen que es cuestión de tiempo nomas; que ya vienen; que ya están.
Que lo subjetivo y lo objetivo, que me deje de hinchar las pelotas y no sea negativo. Que aún no es tiempo de nada, porque nada es mejor que todo. Porque ahora no, mañana vemos, pasado…seguro.
Sigo caminando, me parece escuchar algo. Un eco lejano, un grito de convencimiento que contagia. Cuando me acerco, veo que apenas era un susurro adolescente que sale de bocas arcaicas. Quiero escuchar mejor pero el obsecuente aplauso de los fieles es ensordecedor.
En todo caso, nada de esto importa, dado que los triunfazos se apilan uno tras otro y pasó a ser una verdad creer que el monolítico enemigo tiembla por el solo hecho de desearlo. En el círculo de la negación las cosas funcionan así. Los años se apilan con los triunfazos. Sin embargo, desde dentro veo el círculo cada vez más chico, rodeado...domesticado. En el círculo las espaldas son anchas; y son tan anchas que impiden a quienes están por fuera entrar. Porque afuera hay fuego y por dentro argumentos, por fuera hay rabia sorda impotente, vital…por dentro solo fe ciega.
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