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Maxi y Darío. El peronismo y el orden burgués

Actualizado: 2 mar 2022


Resulta complejo redactar lo que sigue siendo medianamente respetuosos del mandato de brevedad que arropa la época que nos toca vivir.


Es muy difícil obviar unas aristas en detrimento de otras.


La masacre del Puente Pueyrredón contiene en sí de manera abigarrada una expresividad histórica notable, por cuanto es un hecho de esos que propios y extraños supieron comprender, en el momento mismo del desarrollo de los acontecimientos, que se trataba de un parteaguas. Y con respecto a este tipo de eventos, las interpretaciones suelen ser divergentes. Máxime si tenemos en cuenta que apenas se cumplen 19 años del hecho en sí.


Podemos comenzar por el hecho de que se trató de una huella generacional: quienes este proyecto integramos, como ya lo hemos mencionado en otras ocasiones, despertamos al asunto político con las puebladas de Diciembre del 2001 y reforzamos algunas primeras intuiciones aquél 26 de Junio. Para bien o para mal, ya no fuimos los mismos. Y acá estamos. De un modo u otro, seguimos jodiendo con la causa del pueblo, en general; con la revolución socialista como horizonte, en particular.


Sumando elementos, es dable destacar que el mandarinato del Cabezón Transa de Banfield vio precipitado su ocaso inmediatamente después de esas jornadas. Derrota táctica. Pírrica. Lógicamente: nadie festejó nada cuando se fue Duhalde. Otra vez, la sangre la poníamos nosotros. Lo de siempre. Cierto es que aquél movimiento de trabajadores -nucleado principal pero no únicamente en la ANT- osó lanzar el abierto desafío al contubernio de "unidad nacional" que encabezaba Duhalde -quien contaba con la anuencia de todo el resto del arco político burgués-.


Inmediatamente después, el bloque-flan en el poder, expresión circunstancial del Partido Único del orden, echó mano de la convocatoria a elecciones y fue el mismísimo Zabeca quien ungió a Kirchner como figurita de recambio.


El kirchnerismo comenzó a operar una paciente y persistente obra de carácter, también, histórico: la recomposición de la legitimidad de un orden político y social puesto en cuestión; si bien a tientas, con limitaciones y de manera larvaria. Latía casi intuitivamente, con expresiones divergentes y hasta antagónicas, la impugnación del capitalismo argentino y el régimen político que lo custodia.


La institucionalización del movimiento piquetero fue - y esto es de manual- entre palo y prebenda. Entre la presión reivindicativa de la base y los límites históricos que la circunstancia fue imponiendo. Y así es que hoy tenemos crápulas de todo ropaje maquillándose con corcho cuando llega la fecha de recordar a nuestros muertos, pero que cumplen a pie juntillas su rol de feladores adictos en el despacho todo el resto del año.


Algunos hasta ostentan carguito; chapa; designación. Del pedido de captura al boletín oficial.

El amplio sector del movimiento piquetero que aún persiste en conservar la independencia política y organizativa con respecto a la injerencia estatal, se reconoce como abiertamente condicionado y limitado por la dinámica del palo y la billetera estatal; debidamente institucionalizada.


No pretende ser esto otra semblanza más en clave chillón del tipo "ay! qué mal! los malos también juegan!" No. De ningún modo. Mas bien es un llamado a la reflexión, que no tiene por qué circunscribirse a este día en particular y debiera ser práctica constante y habitual en la militancia socialistas -dicho esto en sentido amplio- ejercitar en el balance y discusión sobre, nada menos, la historia reciente.



Pero no: observamos en la izquierda realmente existente, entre dislates sin fin y candidatos tiktokers, poroteos miserables y patéticos en torno a la sarasa electoral que, hace nada más que veintiún años, miles de trabajadores ocupados y desocupados, desamparados de todo tipo y retazos de fracciones de tal o cual sector de la clase trabajadora argentina, impugnaban sin más. Como dijimos, a tientas. Pero sin demasiada vuelta.


Kirchnerismo mediante, no solamente han pasado millones de compatriotas a engrosar las planillas de Excel de los ministerios de la degradación humana aherrojados al plan, la tarjeta, la prebenda y "la orga" que marcha para saludar a la bandera o exigir más de esto o más de aquello -colaborando en sordina con la administración y contención de la miseria y el conflicto social más descarnado- sino que tenemos que, por caso, los partiduchos de la izquierda realmente existente hoy por hoy tratan de parecer un kirchnerista enojado o consecuente. Lógico: a ver si pescamos algún votito que se le caiga a la Jefa.


Lo antedicho pretende expresar lo exitoso de la tarea histórica asumida por el kirchnerismo. Cómo será la laguna que el chancho la cruza al trote. El movimiento piquetero, institucionalizado; la izquierda "política", en caja peleando por una o dos bancas; un lugarcito bajo el quincho de la burguesía ¡Dormir afuera no, por favor!


Cerrando: irrumpe, sin mayores expectativas en la previa, una masiva movilización copando el histórico puente ¿Nace un nuevo 24 de Marzo? Esto lo decimos, está claro, con preocupación. Se va mellando el filo de esa memoria combativa; se transforma en folklore. Justamente, en lo que no queremos: efemérides.


¿Necesita el público lector un repaso por el prontuario y actualidad de los principales responsables políticos de la masacre de Avellaneda?


Bueno, breve: Duhalde inventó a Kirchner; éste se lo sacó de encima en cuanto pudo, pintándose de derecho y humano a la vez que profundizaba la tercerización de la represión del conflicto social central, pero no únicamente, mediante patotas lúmpenes rentadas por la mafia sindical. Luego el propio Cabezón apoyó a Macri para destronar a la Jefa y a Alberte para sacar a Macri; hoy cada tanto dice que "Alberte no va" o cosas por el estilo. Lo gracioso es que las bases progres del kirchnerismo insisten en señalar que "es peligroso". Sí, ya sabemos que es peligroso: mirá cómo te dejó a vos.


Felipe Solá es el actual canciller de la República. Lobbysta de Monsanto, en estos 19 años se encamó con los Kirchner, con De Narváez, con Macri, con Massa y de nuevo con la Jefa. Hoy comunica a quien quiera oírlo, en formales y presuntuosas reuniones con pompa y circunstancia, el precio del rosquete nacional.


Aníbal Fernández espera que se les ocurra inventar algún carguito nuevo para ocupar en el gabinete de ministros nacional, porque básicamente ya los desempeñó todos. Disfruta hoy de una bequita a la cabeza de la mina de Río Turbio y es unánimemente aclamado, desde ambos lados de la grieta, como hábil y picante declarante.


El único preso es, a la fecha, Franchiotti; autor material. El mulo, en definitiva. Ese es el rol social de la policía, al fin y al cabo.


Huelga decir que todos son peronistas y que eso no es, de ningún modo, casualidad: es el peronismo, precisamente, el vector predilecto de la clase dominante para acomodar el gallinero cuando se alborota demasiado. El ala más efectiva del Partido único del Orden.


MAXIMILIANO KOSTEKI Y DARÍO SANTILLÁN PRESENTES.

NO OLVIDAMOS, NO PERDONAMOS, NO NOS RECONCILIAMOS.

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