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Reseña la Valla (o como bajar una línea pedorra)



Esta serie que está en Netflix, se estrenó en enero del 2020, y tal vez ahí esta uno de sus pocos méritos. Este dato hay que reconocérselo, y resulta un tanto perturbador, ya que podemos decir que casi anticipo a la Pandemia. Son 13 capítulos de casi una hora, (si no tenes muchas exigencias) se deja ver tranquilamente, pero acá el problema es otro.


Los hechos son simples y claros: futuro distópico. Más precisamente España 2045 y un mundo post 3° Guerra mundial que ha colapsado, faltan recursos y la humanidad atraviesa un virus que aún no tiene cura y es altamente contagioso. La sociedad se encuentra concentrada en las ciudades y dividida en dos sectores; el sector 1, que habitan gente del gobierno y el sector 2 en el cual viven las clases bajas. Ambos sectores están divididos por un gran e infranqueable muro o “Valla” que solo se puede cruzar por motivos muy precisos y con la debida documentación que debe presentarse en los violentos controles a cargo de las fuerzas armadas. Obviamente la gente del sector 1 (gente del poder) goza de todos los recursos mientras quienes habitan el sector 2, sobreviven con lo mínimo, mientras sufren toque de queda, ausencia de electricidad y están siempre a merced de los controles policiacos y toda una red de buchones oficiales.


La trama es simple, llegando por momentos a ser graciosamente predecible y sin muchos matices. Los malos son muy malos y los buenos son muy buenos. En este cuadro los protagonistas (Hugo y Julia) pueden moverse por ese mundo distopico como si nada.


Resumiendo: empiezan a laburar en la casa del ministro de sanidad, rápidamente se ganan su confianza y esa es la justificación para poder hacer lo que quieran. Mientras la ciudad está controlada, ellos puedo violar el toque de queda, meterse por todos lados sin mayores consecuencias. En medio se va viendo la trama oscura de como este régimen trata de encontrar la vacuna al virus a través de experimentos con niños (entre los cuales se encuentra Marta la hija de Hugo). A medida que transcurre la serie, uno empieza a notar algunas cosas, el uniforme casi nazi de las fuerzas de seguridad (para que no queden dudas que son los malos), el control absoluto de la población, el abuso del poder que no tiene ningún tipo de limite ético o moral… en fin uno empieza a ver el mundo soñado por los conspiranoicos. Ese nuevo orden mundial totalitario donde la población de a pie es apenas un rebaño controlado por el miedo.


Es en este punto donde se pone divertida la cosa, porque una de las características de este tipo de mundos distopicos, es el embellecimiento de nuestro presente. Al evocar todo el tiempo aquel pasado feliz (ósea nuestra realidad) están diciendo implícitamente… cuidemos este sistema, defendamos este sistema… mira que puede ser peor ¿eh? Las constantes referencias a una libertad perdida traza un hilo conductor con el relato de los conspiranoicos que hablaban de perdida de libertad y derechos. Como si viviéramos en un mundo de libertad plena, un mundo desbordante de derechos. No señores, vivimos en un mundo que ya está dividido en clases, y los que estamos en el sector dos, ya vivimos la ausencia de muchas cosas ¿Libertad? ¿Qué libertad puede tener alguien que vende su fuerza de trabajo y esta condicionado por la necesidad de llegar a fin de mes?


La democracia es despojada de su carácter de clase (Burgués), para presentarla como un valor único, universal y sobre todo justo. Pero para no hacerla tan larga y no ponernos solemnes creo que es justo señalar que resulta gracioso que a esta altura del partido vayan bajando una línea tan obvia, tan políticamente correcta. Pasemos de largo que en todo momento muestran la importancia de reciclar (uno lo ve y le dan ganas ya no solo de mezclar la basura si no también de ir por la vida enterrando pilas en huertas orgánicas) y vayamos al punto culmine de toda esta historia.


El sector 2, luego de que el ministro de sanidad dice los verdaderos planes que tiene el régimen en un comunicado televisado, se rebela y comienza una insurrección. A esta insurrección se suma un sector de las fuerzas armadas y ahí es cuando uno dice, “por fin guacho se va armar el pueblo y se la van a dar a los malos”, pero no, no sucede…se movilizan pacíficamente ya que las fuerzas que se pasan de bando dejan inexplicablemente los fierros de lado. Explícitamente marchan con las manos en alto demostrando que no son violentos como “ellos” y levantado la consigna de la libertad.


Logran derribar un régimen cruel, totalitario, monolítico y despiadado, simplemente marchando en paz. Se logró derribarlo…ni Ghandi se animó a tanto.


La línea es: Organizate…SI, pero para defender la democracia y de manera pacífica. La violencia en manos del pueblo es mala.


A esta altura uno ya se siente medio estafado y termina preguntándose si valió la pena fumarse los 13 capítulos. Solo es admirable el personaje de Sergio, el niño con gafas que la descose y no puede ser más tierno. El resto de la serie, solo para amantes talibanes del pochoclo.


Le damos 2 Beicas


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