Un repliegue acaso prematuro hizo temblar a un país entero, a los millones de adeptos extranjeros que Messi ha cosechado alrededor de una carrera excepcional. No solamente en Bangladesh e India. No. Hay una suerte de pulsión cada vez menos silenciosa: queremos que Messi sea campeón mundial. Y esto va más allá de los merecimientos. Al argentino tal vez le cueste entenderlo, asimilarlo: en algún lugar del inconsciente nacional se aloja cierta sospecha de que somos nosotros contra todos. No es así, por suerte.
Los penales fueron un parto, otro más; un equipo que se mareó sobre el final y se desconcentró fue vulnerado por una bilardeada del innombrable técnico flamenco. Puso un grandote que le complicó la vida y los nervios a la Scaloneta de acero. Pero bueno, así es esto, don Louis: llévese el Topo Gigio a casa; vaya pallá, bobo.
Nuestro capitán respondió a las bravuconadas naranjas tanto con juego como con palabras; con algún manotazo y con unos cuantos gestos. Un 10 en todo, el enano rosarino. Con los bríos maradonianos que el hincha termo le reclama desde tiempo inmemorial. La asistencia a Molina, al que pocos le conocían la cara, perfila para ser galardonada como una de las jugadas más magistrales de la competencia.
El mediocampo se vio embarullado en gran parte del partido, incómodo por la fiereza de los neerlandeses y un timming insoportable. Si bien parecía que faltaba un 5 de marca, el ingreso de Di María en el segundo suplementario demostró que de un pozo se sale por arriba: su dinámica y vértigo dieron aire a sus agotados compañeros. Acaso un cambio que llegó tarde, pero quiénes somos nosotros para objetar desde el sillón y el atracón de morfi y chupi.
La defensa se mostró sobria durante casi todo el encuentro, respondiendo muy bien a los embates físicos de tamaños contendientes. Con todo, se encontró con algo desconocido cuando, promediando el segundo tiempo, el equipo coqueteó con el conservadurismo y casi sin proponérselo se tiró para atrás. Paredes y Pezzella aportaron más nervios que aplomo y conocemos la historia: en 10 minutos dos goles y a sufrir, que si no, no vale.
¿Qué se puede decir que no se haya dicho ya sobre el Dibu Martínez, no…? Se sabe que para ser arquero hay que tener muchísima personalidad; que el arquero es, ese sí, él contra el mundo. Y ahí lo tienen: caudillazo el 1 marplatense. Capitán sin cinta, hasta que el tiempo, inexorable, haga su trabajo. Y herede lo que ya es suyo. Acaso el mejor arquero nacional desde tiempos de Fillol. Lo podemos discutir en cualquier momento, dado que todo indica que se ha iniciado una Era Dibu bajo los tres palos.
Con respecto a los desmanes, roces y discusiones rayanas con el boxing, nada más que agregar a lo dicho por los players. Que se ocupen de la moral, la imagen y todo ese viri viri los que quieren hacerse ver desde su propia nada. Qué triste no poder comprender que estas cosas tienen que ver con la competencia, en general, sea en la disciplina que sea. A nosotros nos alegra y sella con un genuino sentimiento de representatividad que entendemos que este pueblo necesitaba como el agua en el desierto. Nada más argentino que pelearse en un partido de fútbol. Es triste ver tanto compatriota que vive en otro país aunque sea vecino de acá a la vuelta. Al menos ya sabemos con quiénes no contamos. En muchos casos ya lo intuíamos.
Nos espera la pérfida Croacia del inmenso Modric; el otro 10 en todo, que fungió de tal durante el eterno partido contra el scracth brasilero. Sin salirse del guión ni por un minuto, machacaron el temple de los embajadores del Jogo Bonito que no parecían asimilar por qué no iban 4-0; que se encontraron con un empate que los horrorizó: bastaba mirarles las caras. Sigue siendo el talón de Aquiles de los vecinos este temita de la garra, el corazón…los ovos, dicho en brazuca.
El arquerito croata ratificó su jerarquía y cuesta entender cómo Neymar piensa tanto en sí mismo siendo tan buen tipo. Nadie piensa que haya sido el técnico el que lo mandó a patear último. Cabe pensar que fue él quien quiso su momento, brillar con la foto del triunfo, del último penal. Y justo después de haber convertido un hermoso golazo durante el trámite regular del juego. Por suerte, tendrá revancha. A no dudarlo.
La semifinal asoma, ahora sí, como el partido más duro que haya tenido que afrontar la Selección. Ya lo hemos dicho: Croacia es implacable; un equipo frío, calculador, disciplinado y artero. El error rival es su mayor virtud. Se preanuncia un ajedrez siniestro de, al menos, 60 minutos. Como ya hemos dicho: puede que suceda todo lo contrario. Porque así es esto.
Comparte Portugal con Brasil esto de florearse en la buena y sucumbir cuando la cosa se complica. Ambos venían de golear con holgura y se revelaron impotentes ante la dignidad lacónica de equipos técnicamente inferiores. Fue así que Marruecos aguantó otro partidazo pero con menos sofocones que contra España. Fue así que se consumó una humillación dolorosa para con uno de los más espectaculares jugadores que se han visto en lo que va de siglo XXI. Festejar que sufra Cristiano –o Neymar- es casi como cargar tintas contra “la vulgaridad” de Messi y los suyos. Es miserable y denota cierta miopía. Pobres almas aquellas.
La más local de las selecciones ha hecho historia y se prepara para hacer frente a la artillería francesa. El argentinizado arquero Bono lustra sus guantes que buscan la gloria, Hakimi tiene un surco hecho por la banda derecha y Ouhani afila la daga; Chedira parece dispuesto a todo. Va a ser tremendo el desafío que deberán enfrentar los guerreros del Profeta.
Para los que gustan apostrofar que el Mundial es la Eurocopa más invitados, también cabe un andápallá, bobo. Un partidazo de Eurocopa es lo que nos tocó ver en Inglaterra- Francia. Se dio prácticamente todo como mencionamos en el resumen anterior. Inglaterra tuvo, incluso, más llegadas y chances netas que la temible Francia.
La novedad es que se logró contener al imparable Mbappé durante gran parte del encuentro…pero claro, ahí es donde se desprenden los Griezman, Dembelé y Giroud que si le tiran una heladera la cabecea y la manda adentro. Los dos mediocampistas, Rabiot y Tchouameni (autor de un golazo noventoso desde afuera del área) se multiplican por cinco y la defensa tiene licencia para hacer lo que estime necesario. Aun si se trata de penales bobos, que cometieron dos y medio. El ciudadano Kane falló el segundo y se disolvió el sueño de Albión en las nubes del desierto. Pero hay que tomar nota de lo antedicho: se puede complicar y, por momentos, someter al campeón del mundo. Solo se trata de aprovecharlo. En caso de final, tanto Croacia como Argentina tienen la pasta para hacerlo. Pero antes los franchutes deberán superar a la Cenicienta del Magreb.
Martes y miércoles; sábado y domingo. Cuatro partidos, cuatro días. Cabe reflexionar sobre lo contundente de lo efímero. Y sin embargo, la espera es eterna. Se transpira, se sufre, se palpa la angustia, la ansiedad; se duerme mal, se abraza mucho; se llora bastante pero se ríe más. En el transcurso de una crisis global –económica, política, institucional, moral- que no parece avizorar fondo, dudosamente haya quien objete la representatividad del equipo de Scaloni. Aunque los eunucos bufen.
Quiero ganar la tercera / quiero ser campeón mundial.
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