Un hombre peligroso - crónica de espectador
- lacloacawebzine
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No sabés bien cuándo empieza la obra. Quizás empieza antes, cuando te llega un mensaje con un poema que es también un acertijo. Si respondés bien, te contestan:
“Es correcto camarada. Será en el barrio de Boedo. Espérenos ahí y esté atento a su alrededor. Sea puntual. Sino nos iremos sin ud. Es probable que estén siguiéndonos. Resista. Lleve algo rojo para reconocernos. La revolución está más cerca. Biscuit.”
Ahí ya estás adentro. No del teatro, sino de la historia.
Desde ese momento, Un hombre peligroso deja claro que no se trata de una obra para mirar desde una butaca. Es una experiencia que se camina, se respira, se sospecha. Todo sucede en movimiento, entre pasillos, patios, rincones. El teatro se vuelve Boedo, se vuelve Buenos Aires, se vuelve conspiración. No hay espacio fijo: los cuerpos de los actores y del público se mezclan, avanzan juntos, como si la revolución pudiera volver a empezar en cualquier esquina.
La vida de Severino Di Giovanni se va desplegando entre esas escenas móviles, entre diálogos que se encienden y apagan como bengalas. Hay una habitación que es también una imprenta clandestina y la habitación de un anarquista: papeles, tinta, tipografías, ideas que estallan como bombas pequeñas. Todo está en disputa: la moral, la justicia, la violencia. Se discute —con rabia y con ternura— la legitimidad de la dinamita como herramienta de cambio social.
La obra vibra con esa tensión entre los anarquistas expropiadores y los anarquistas “de ideas”, o mejor dicho, los de los diarios de la época: La Protesta, La Antorcha y otros. Cada escena es una chispa de esa discusión viva, que no se resuelve sino que se reabre una y otra vez, entre disparos de pensamiento y silencios cargados de duda.
Hay un niño que, al jugar con una valija que resulta ser una bomba, evita la muerte de inocentes. Hay un fuego compartido, una discusión entre compañeros, un juicio público, un final que corta la respiración. América Scarfó aparece entre todo eso como un aire de ternura y de contradicción. Su fidelidad es a la idea, no al cuerpo. En ella predomina la convicción de que lo importante no son los mártires sino el cambio social, la llama que no se apaga.
La obra cambia de escenografía todo el tiempo: el teatro entero se transforma frente a tus ojos. Los artistas son puro movimiento, pura energía, pura hambre de cambio. No actúan: militan con el cuerpo. Sus ojos lo comunican cuando pasan al lado tuyo —esa mezcla de urgencia, de belleza, de peligro—. Son anarquistas, y se nota.
Al salir, algo queda encendido. Un hombre peligroso no busca sólo contar una historia: busca despertar una memoria. Te hace pensar la anarquía como una pregunta viva, una herida abierta, una posibilidad. Y te deja con la sensación de que, en algún rincón de la ciudad, la imprenta todavía sigue funcionando, y alguien, en silencio, está preparando el próximo manifiesto.

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Ficha técnico-artística
Guión: Ariel Nuñez Di Croce
Actúan: Julia Aufgang, Guillermo Bechtholden, Mariano Bentivenga, Tomás Castiglione, Cristian Di Fulvio, Chavo Exposto, Guido Grispo, Ezequiel Montana, Hernán Kochman, Ariel Nuñez Di Croce, Juan Martín Pérez Cortes, Jenaro Robles Urquiza, Horacio Romero, Facundo Serrano, Camila Vaccarini
Vestuario: Juan Ernesto Marín, Elsa Sciascio
Diseño de escenografía: Ariel Nuñez Di Croce, Mauro Puppo
Realización de dispositivos lumínicos: Horacio Romero
Operación de luces: Joaquín Alejandro
Operación de sonido: David Brakin
Diseño de iluminación: Paula Fraga
Fotografía: Nacho Lunadei
Coordinación general: Ariel Nuñez Di Croce
👉🏽 Instagram oficial https://www.instagram.com/unhombrepeligroso/#
📍Sigue la polilla: Castro 874, Boedo, CABA
🗓️ Viernes y sábados 21 h
🕐 Duración: 135 minutos
⚠️ Atención: ¡Quedan solo las últimas 5 funciones!


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