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Y ya lo ve... Y ya lo ve... Es la Argentina y Bangladesh


El restablecer relaciones diplomáticas con Bangladesh quizá sea el mejor acto en términos geopolíticos de un gobierno mediocre tanto en cuestiones locales como en internacionales. Sobre todo, porque es un gesto demagógico prácticamente gratuito en una trayectoria diplomática tan errática como penosa.


No es el lugar para analizar en profundidad la cuestión de política internacional llevada adelante por el gobierno peronista armado por Cristina. Quizá lo hagamos en un Momento Vermú, quizá no lo hagamos nunca. Recuerde bien que no trabajamos para Ud, así que disfrute de estas líneas del Comité Editorial.


Podemos destacar brevemente el mendigarle vacunas a Putin en pleno auge de la pandemia y el ir a ofrecer energía y alimentos a Europa cuando comenzó la guerra. El petiso no se la va a olvidar nunca. También el de constantes fracasos en términos de promover candidatos en organismos financieros internacionales siendo un Estado paria en esas lides, que le debe plata a todo el mundo. Un ludópata en la casa de empeño.


Otro hitazo: hacer gala de pretender injerir en la elección a presidente del principal socio comercial de nuestro país: Brasil .



O podemos volver al principio de la gestión y la asignación de un canciller que no posee ningún tipo de experiencia en esta cuestión como Felipe Sola, aunque muchos aseguran que defendió más que bien los intereses del agro durante su gestión (recordemos que además de ser el Gobernador cuando asesinaron a Maxi y a Darío, también fue quien autorizó el uso de glifosato cuando era ministro de agricultura). Ni hablar que lo relevó el nieto de Cafiero, respondiendo más a la interna de la coalición gobernante que a sus capacidades.


No son pocas las oportunidades en que se menciona que el destino de la Argentina hubiera sido otro si en lugar de ser una colonia española lo hubiera sido de Inglaterra. Que EE.UU. y Australia son un claro ejemplo de esto.


Sin embargo, vemos dos cuestiones a repensar. La primera es no tomar a las excepciones como la media. Miremos el caso de la propia Bangladesh o de sus vecinos India o Paquistán. También podemos ver el caso del apartheid en Sudáfrica o ya que hablamos de regímenes institucionalizados de discriminación, el caso de la partición de Palestina y el surgimiento de Israel. Las guerras del opio y sus consecuencias en China. O la miseria de Jamaica y el monocultivo del azúcar (como de casi todo el Caribe), o el odio de cada vez más irlandeses y escoceses, que amenazan recurrentemente con hacer explotar el Reino Unido… y así podríamos estar un rato largo.


La segunda, el no responsabilizar a la clase dominante autóctona de la miseria planificada de la Argentina. Clase dominante que, casi exclusivamente, ayer basaba su poder en la renta de la tierra y que hoy proyecta hacer lo propio con gas, petróleo y, próximamente, en el litio. Básicamente, una clase dominante que no les gusta trabajar.


Con respecto a los simpáticos bengalíes, es necesario señalar que se trata de un pueblo con una tasa de natalidad abrumadora, como casi todo el subcontinente indio, 400 millones de habitantes; sumido en la más pauperizante de las miserias y que se destaca en la producción textil con mano de obra hiper-explotada y por el curioso detalle de que sus costas suelen ser cementerios de buques. Millones de compatriotas bengalíes desguazan barcos a mano; nacen con metales en sangre de todo tipo y practican el hinduismo.



Acaso nuestra brillante Cancillería haya visto la veta de importar mano de obra bengalí para cumplir el sueño mojado de cierto nacionalismo macanero, relanzando la industria naval y la flota mercante. Acaso se incremente el tráfico de soja y derivados que es, a la fecha, prácticamente lo único que les vendemos a nuestros simpáticos amigos.


Nunca lo sabremos porque, se sabe, poco es lo que harán. Bequitas para embajadores y personal diplomático, eso seguro. Lo demás, rotundo fulbito para la tribuna.


Para cerrar y volviendo al principio, en el raro amor entre dos pueblos tan distantes y distintos podemos rastrear la vigencia de las palabras del Comandante Che Guevara: "Sólo existe un sentimiento mayor que el amor hacia la libertad, que es el odio a quien te la quita".



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