Las criptomonedas andan por ahí, si; no es un peli de ciencia ficción. Parecen haber llegado para quedarse, aunque no podemos precisar bajo qué forma alcanzarán su madurez.
Sin ser expertos en el tema, podemos advertir que, con más de diez años, la moneda tiene vida propia: camina, corre, se trepa y anda de aventuras. Algunos ni las junan y para otras personas es tanto como una bocanada de aire fresco entre el mismo humo de siempre. Preguntas se abren a montones sobre el tema que, con poco menos de una costilla, erigió gurúes, chantas financieros por doquier y también algunos billioners.
La convivencia con los márgenes hacen del ecosistema cripto un lugar con matices oscuros, difusos, permeables, donde todo es posible; para bien y para mal. No queda claro si esta sombra es el lugar que prefieren sus animadores. Sí se puede percibir que la informalidad, además de brindar esa aparente libertad y desacople del sistema formal e institucional, también habilita que se vuelque una porción de la guita negra del sistema: narco, lavado, corrupción y la mar en coche.
Hasta acá no explicamos nada sobre como programar criptos o hacer un billete; no se ilusione, amable lector: no es la idea. Hay mucho y bueno dando vueltas para leer e intentar entender cómo funciona una cadena de bloques, también hay muchos interrogantes, y acá vamos por esto último.
Esta propuesta viene también con su idioma, al igual que el ecosistema Fintech y los unicornios que señalamos hace un tiempo: Blockchain, NFT, wallet, token, criptografía, nodos, ballenas, exchange, trader, activos digitales, esquema ponzi - piramidal y de yapa metaverso, el iniciado o iniciada tendrá que curtir este lunfardo 3.0. Con la pandemia y la virtualización acelerada, este mecanismo se potenció. Generacionalmente está determinado por un grupo sub 30 donde los millenials ya son viejos; un grupo etario con otra relación con la tecnología y con el dinero, donde todo se maneja desde el celular: ¿efectivo? ni nos vimos. Un ecosistema nacido al calor de relaciones sociales medidas e intervenidas por la virtualidad, ¿causa o consecuencia?
La cosa es que este ecosistema apunta a la descentralización: a decirle chau hasta nunca a los bancos centrales y si sabes programar hasta vos podés crear tu propia moneda digital o minar cripto y hacer guita, y también apunta a romper con el dólar como monopolio de la representación del valor, porque si bien hoy la relación es: cripto (bitcoin) es igual a tantos dólares, y se pretende ir hacia una representación concreta de relación de valor; por ejemplo: 0.02 bitcoin igual a un café.
Algunos liberales inflan el pecho porque las criptos preocupan al establishment, nada menos que a Demócratas y Republicanos, uniendo a Hillary y Trump por el espanto a las criptos. Una suerte de “elige tu propia aventura”, y tu propia cripto para ser libre. Llama la atención que este tema no ocupe a la(s) izquierda(s) sino marginalmente y mirando con desdén o menospreciando un fenómeno que - para variar- no comprenden. La izquierda local, muy atenta juega al juego de la silla parlamentaria, y se espanta con la boleta única, fortaleciendo el Estado que dicen pretender destruir.
En este ecosistema la burocracia funciona a través de la programación, no de abogados, con un sistema financiero donde el control lo tienen los usuarios, rompiendo así el esquema muchos usuarios y un servidor y, de este modo, descentralizando. En este corrimiento de eje subyace su potencial transparencia, invitando a pensar una nueva generación de instituciones y proponiendo “dejar de trabajar para el sistema y que el sistema trabaje para uno”. Una destacable carta de intención contra el status quo.
Las monedas actuales no tienen un respaldo en el patrón oro, tienen valor debido a su declaración como dinero por el Estado y al respaldo leal que este les brinda, se suma también la confianza que inspiran (o no) en il popolo. Acá se asoma uno de los desafíos para las criptomonedas: construir confianza sin el andamiaje institucional existente, el otro: para existir necesitan de energía, mucha, recurso escaso y en disputa global.
En tanto, hay gobiernos como Guatemala que adoptan y crean sus cripto, Venezuela habla de ellas, Larreta no esquiva la marca, el BCRA se posiciona y hasta Visa sacó su tarjeta cripto.
A priori, para el espíritu libre que le han impreso, parece mejor que las criptomonedas no caigan en los tentáculos del Estado y sus regulaciones, pero la suerte, el futuro y la disputa siguen girando en el aire.
Para la mayoría de la gente de a pie, meterse en esto es como ir al casino. Las cripto como bitcoin son limitadas, lo que no permite mayor emisión, sin embargo, aún la relación es con el dólar, pero con una fluctuación con elementos propios lo que hace que un día suba o baje el valor, y comprar y vender sea parte de la timba no tan lejana a los mercados financieros. Vale recordar cimbronazos ocurridos hace poco, en uno de ellos, la criptomoneda Terra y su token asociado Luna, se despreciaron hasta desaparecer, dejando sin un mango a todos sus usuarios y concomitantemente bajo el valor del bitcoin. Similar situación encontramos en Generación Zoe y CoinX Según los que saben, estos movimientos no son otra cosa que correcciones necesarias para sacar del juego a los jugadores que están de más, reduciendo y centralizando para romper la especulación.
Lo interesante de las cripto es que “cualquiera” -que sepa o se anime- puede meterse e invertir desde el celular, allí habita la democratización de las criptos a diferencia de invertir en la bolsa, pero no es tan fácil y para no caer en saco roto, hay que hacer cursos, aprender. Linda la vidriera democrática.
Si una persona trabaja de manera virtual para una inmobiliaria yanki y ésta le paga a través de Pay-Pal, quizás necesite asesoramiento de un trader para mover la plata y hacerla billete y comprar fiambre en Berazategui. Se puede, sí, pero tampoco es una pavada de dos clicks. El riesgo, dejar la guita flotando en el éter y reclamársela a Montoto, ahí se empieza a extrañar la institucionalidad y al estafador conocido, don Banco, ya que no hay seguridad jurídica, la seguridad es informática, y hay que saber moverse por los canales seguros.
Algunas personas se meten en las criptos como resguardo ante la inflación o para invertir y que sus ahorros den mayores (?) intereses, aunque también sirve como alternativa de supervivencia para agilizar y reducir costos de transferencias para las personas no bancarizadas, que son un montón y es el gran público a captar; y como a nadie le gusta dejar la cometa en clásicos como Western Union, con la app indicada, cualquiera puede mandar a España o Venezuela las criptos que desee. Acá aparece el desafío para el esquema formal, incluido el bancario, brindar soluciones a las millones de personas no bancarizadas.
En este panorama, parece que se oscila entre la novedad de salir del sistema habitual y usar lo que proponen como moneda del futuro y el riesgo para valorizar a través de intereses; se arriesga y se puede ganar. La otra opción, es seguir por los canales habituales que no proyectan nada bueno ni beneficioso.
Para seguir profundizando se abren varios interrogantes que intentaremos (o no) responder algún día, entre otros: ¿Qué son las criptomonedas? ¿La cantidad es infinita? ¿Cómo conviven entre ellas? ¿Cuál es su valor? ¿Cómo se genera? ¿Cuál es la diferencia frente al valor de la moneda actual? ¿Qué respaldo tienen? ¿De qué depende su estabilidad? ¿Las criptomonedas son la moneda del futuro? ¿Son antisistema? ¿Atentan contra el ambiente? ¿Son eficientes?
El último que apague la luz. El futuro es analógico.
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Dejamos dos recomendaciones de lectura:
Energía y criptomonedas: https://opsur.org.ar/2022/05/09/un-delirio-energivoro/
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