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Cuba y nosotros: sentido del momento histórico. Hacia un examen de conciencia.

Actualizado: 2 mar 2022

“Porque de todo comienza a hacer ya mucho tiempo…”[1]


Matan al presidente de Haití. Magnicidio. Es menester googlear su nombre; nadie lo juna. Siguen a los tiros 20 días después. Total normalidad. A nadie espanta ni sorprende ni preocupa.


El martes 20 de Julio, Colombia volvió a bramar contra el narcoestado: 30 segundos en algún medio, 2 minutos y medio en algún otro y sanseacabó.

Sudáfrica se sacude con una rebelión popular de la que tampoco nadie se ocupa en sus causas y fundamentos. Van algo así como 300 muertos. También: 30 segundos en algún medio, 2 minutos y medio en algún otro y sanseacabó.


Dos o tres días de movilizaciones en Cuba, iniciadas en lo que muy marketineramente ha sido denominado 11-J…y hasta el más pintado opina, toma partido, analiza. Florecen los cubanólogos.


Lo antedicho ilustra sobre la –acaso paradójica- magnitud que ocupa en la agenda internacional este archipiélago de 111.000 kilómetros cuadrados y 12 millones de habitantes; “la más grande de las Antillas”; “la perla del Caribe”[2].


El peso específico de Cuba en el mundo es ineludible. Y es, sin dudas, una conquista hilvanada a lo largo de decenios y decenios de proezas que comienzan mucho antes de 1959.


Nótese: la esclavitud seguía vigente, no de derecho sino de hecho, hasta ya entrado el siglo XX. Cualquier documental lo ilustra, cualquier textito mistongo. Se sabe: el protectorado yanqui[3] que sucedió a la expulsión definitiva de los españoles no hizo más que pasarle enduido a los agujeros que el hierro esclavista había dejado en los brazos de la clase trabajadora cubana. Para ponerla de nuevo bajo el látigo y pasearla del ingenio azucarero al casino, y de ahí al cabaret. De nuevo, por caso: son célebres las referencias cinematográficas a la Cuba pre-revolucionaria.


Negros, chinos, mulatos, originarios, gallegos, criollos antillanos: el sedimento de esa heroica clase obrera de raigambre campesina que no ha cesado en su lucha y encontró en el “en eso llegó Fidel” el liderazgo más incontestable, legitimado y relegitimado que haya conocido el siglo XX en, al menos, el continente latinoamericano. Y eso dejando de lado, por un momento al menos, las excepcionales capacidades estratégicas y de conducción que aquél hijo ilegítimo de un hacendado gallego demostró a lo largo de su trayectoria. Con su hacer y su decir. Absuelto con honores, Fidel logró vencer el tiempo. Nada menos.


Hasta el más ascético e impasible psicobolche latinoamericano, aún el más acérrimo crítico “por izquierda”, de esos que abundan casi milagrosamente en nuestra Argentina, han sentido ese magnetismo, esa fascinación y sincera admiración por tal o cual aspecto de la epopeya cubana. Y así nace, entonces, esta expresión: nuestra Cuba. Y todo el universo simbólico que despliega forja una subjetividad que nos es tan cara y cotidiana que nos resultan inadvertidos los múltiples agujeros que ostenta. De eso elegimos hablar, en primer término. Nuestra Cuba, entonces.


Sucede que hemos pasado decenios –por herencia, aprendizaje o “sentido común de izquierda”[4]- abriendo el gran paraguas del “Sí, pero…” cada vez que, fuera el motivo que fuera, tocaba hablar de Cuba. Hemos crecido con que “matizar a favor” de Cuba era defender la causa de la Revolución. Justificar, explicar, dar cuenta de… “A 531 kilómetros de Miami…” y ahí empieza la misa. Salmo número tanto; versículo aquello…y así de seguido.


Al listado de consignas gancheras acuñadas allá, de profunda densidad simbólica, que hemos repetido hasta el hartazgo -entre vinito y empanadas y tertulia- habría que contraponerle otro que contenga aquellos aspectos problemáticos de la Revolución sobre los cuales hemos aprendido a hacernos los boludos casi como quien aprende a andar en bicicleta.


Sería un ejercicio interesante: por un lado, habría que ver cuál de las dos columnas suma más celdas; por otro, cuál de las dos aporta la mayor cantidad de sandeces, lugares comunes o murmullo vintage. Acaso, obsoleto.


Porque es pintoresco ir a la casi obligatoria vueltita de turismo revolucionario y subirse a un LADA con más masilla que chapa; es llamativo ver y sentir la calidez de su gente, capaz de comentar la última novedad en lo que refiere a la política en Argentina y sazonar la conversación con múltiples referencias anecdóticas en primera persona de tal o cual acontecimiento de su biografía, indisolublemente ligada a la Historia con mayúsculas; es muy acogedor alojarse en esas cálidas y sencillas casas de familia que tratan al visitante psicobolche como lo que es: un salvavidas en dólares; es electrizante escuchar los relatos sobre cómo era vivir con escasísima comida y 3 o 4 horas de luz al día durante el Período Especial… y en cuanto a la prostitución, “yo no vi, pero me contaron…” nadie vio, no.


Nadie vio tampoco, sobre todo en años recientes, la voluptuosidad típicamente caribeña montada a un auto último modelo que se abre camino entre LADAs y almendrones; nadie preguntó, parece, quién iba en ese auto; a nadie le contestaron, parece, “el importador de la cerveza mexicana”, “el hijo de un General heroico que anda en el asunto del turismo”, etc etc etc.


Eso no lo vio nadie: a nadie le llamó la atención la prácticamente nula presencia de público local en aquellas paradisíacas playas por las que en algún momento, aunque sea breve, hay que pasar. A varios les pareció hilarante que un ingeniero nuclear maneje un taxi; o toparse con una amabilísima camarera con título de posgrado en Ciencias de la Educación.


A ninguno de los nuestros le pareció una tragedia, porque, sabemos, los números mandan: y en eso la Revolución ostenta una victoria aplastante e incontestable que la ONU y sus quiosquitos reconocen cada vez que pueden.


En un país que no produce ni siquiera lo que come[5], no hay desnutrición; una tasa de alfabetización de alrededor del 100 % humilla a cualquier otro país del continente; el 50 % de su población cuenta con título universitario y nada de recursar: si no se completa la currícula anual estipulada, al carajo la bequita, señores: “a usted se le paga por estudiar; su trabajo es formarse para defender la Revolución”.



Mencionados estos aspectos, resulta insultante que se hable de lisa y llana manipulación, campaña orquestada por el imperialismo y todas las variantes de tal menú. Nos hemos llenado la boca durante décadas cantando loas al nivel cultural de aquél pueblo hermano, y cuando sale a la calle para manifestar su indignación, hartazgo y hasta para vencer el miedo, resulta que son todos unos infantes manipulados por un #hashtag y una cancioncita típicamente made in Miami, compuesta e interpretada por artistas que se rajaron de la isla antes de ayer. [6]


Quien así procede, desde el dizque compromiso, amor y admiración por aquella heroica y -acaso- esclerotizada Revolución, se rebaja a sí mismo a la vez que insulta y denigra al pueblo cubano.


Ni que hablar de los referentes de nuestra izquierda realmente existente, campeones interbarriales de T.E.G., que apilan caracteres en sesudos y bien definidos análisis y hasta certeras caracterizaciones para proceder inmediatamente a prescribir cursos de acción más emparentados con “Alienígenas Ancestrales” que con lo que previamente analizaron.


Que braman por la “democratización” y la apertura hacia la creación de diversos partidos revolucionarios; acaso con la ilusión de “armar” allá para ir y sacar el 1%, el 3%, o el 5 % como acá.


A duras penas arañan dos bancas parlamentarias en este páramo, se felicitan a diario por estar “en todas las luchas” y se paran con el megáfono arriba del cajón de manzanas a decirle al pueblo cubano lo que tiene que hacer. A exigirle que lidere una nueva oleada de la dilatada y siempre providencial Revolución Mundial.


Sí: si sos cubano, tenés que ser vanguardia. Jodete. Es culpa tuya, asere ¿Cómo se te ocurre conquistar la independencia y encarar la transformación socialista de la sociedad justo en las narices de la potencia imperial hemisférica? ¿Cómo vas a hacer zozobrar a la mismísima Unión Soviética en la fragua obstinada de mantener tu soberanía?


Son los mismos que se llenan la boca hablando de “el régimen”, “la burocracia” y la mar en coche, a la que denostan por exigirles más sacrificios (¡más sacrificios!) al pueblo cubano…esos mismos, sin pestañear, le vienen a proponer al pueblo cubano, precisamente, más y peores sacrificios que los que ya de por sí parece estar infligiendo a la población el propio Estado cubano.


Inmorales. Eso son. También irrespetuosos.



Y precisamente ese, el componente moral, ha sido el componente esencial, trascendental, de la supervivencia del experimento socialista en Cuba. Ni a los talones del más cínico de los cubanos llega el más brillante referente de nuestra izquierda.


Sin mencionar, para no abrumar, que ese apilamiento de consignas abrevan en un recipiente ya de por sí torpemente concebido: hablamos del famoso Programa de Transición y el mantra de la Revolución Permanente; síntesis prosaica del trágico derrotero del gran León Trotsky con posterioridad a su defenestración. La discusión no debiera en todo caso versar sobre su vigencia y aplicabilidad sino, sobre todo, en cuánto se recurre a tales elaboraciones teóricas en clave religiosa una y otra vez sin ruborizarse. En síntesis: Trotsky no es en sí el problema; sí lo son sus epígonos y devotos, caprichosos enemigos del método.


¿A nadie se le ocurrió pensar en las condiciones de producción de aquellas elucubraciones? Bueno, sí. A alguien se le ocurrió. A un cubano, precisamente. Leonardo Padura publicó, en 2009, la brillante novela “El hombre que amaba a los perros”. Aprovechamos la ocasión para recomendarla.


Sospechamos que todo este cúmulo de actitudes, sobre las que podríamos continuar extendiéndonos, de parte de quienes apoyamos y hemos tomado como “faro” a la Revolución Cubana, tal vez no ayude; sino todo lo contrario.


Cuba no está sola, no. Pero tal vez está cansada; exhausta. Estrangulada, desde luego, por sesenta años de asedio, bloqueo, sabotaje, terrorismo; en síntesis: guerra. Cuba ha cometido el doble improperio de plantarse digna, firme y resuelta frente al imperialismo y de, a la vez, transformarse para millones de latinoamericanos en esfinge, tótem; acaso, La Meca.


Entonces tiene que lidiar, nada menos que con el estado de guerra latente frente a un vecino gigantesco, despótico, genocida…y también con las idealizaciones, berrinches, caprichos y expectativas de millones de simpatizantes de su sempiterna causa.


Lo cierto es –parece ser- que la isla se encuentra frente a un huracán donde los vientos soplan desde todos los wines. Y, de nuevo, ¿existirá algún pueblo que sepa más de huracanes?


En ese entendimiento, haber soportado más de 30 años, inventando alternativas, poniéndole masilla al LADA, tratando de hacer sobrevivir precisamente aquello que usualmente se conoce como “las conquistas de la Revolución” sin el sustento soviético; ser una auténtica reliquia, un dinosaurio viviente; un dragón de Komodo de lo que en su momento se conoció como Socialismo Real, lógicamente tiene sus costos. Sus dificultades.


Es hacer malabares con la escasez estructural mientras el huracán sopla. Y sopla, y sopla.

Es pasar de ser monoproductor de azúcar a ver qué onda con el níquel y que reviente el turismo y abrir zonas francas y asociar empresas del Estado con el capital extranjero y mantener cierta armonía y tratar de sostener ciertos niveles de vida mínimos mientras resulta, a la vez, necesario generar condiciones de explotación que ese pueblo, el más culto del continente, probablemente no esté dispuesto a permitir.


Porque se ve mucho que hablan, los campeones interbarriales de T.E.G., del modelo chino, del modelo vietnamita, etc… pero son notables excepciones los que señalan, a la vez, que el costo humano de aquellas transiciones y experiencias resulta impagable en nuestras latitudes[7]. Dicho sea de paso: algún día deberemos discutir con franqueza en torno a los costos humanos de la instauración del Socialismo: visto así, el proceso cubano ha sido históricamente el menos cruento en lo que a costo humano refiere.


Entonces, se comprende, la dirección revolucionaria cubana –acaso ya vetusta- viene haciendo, desde hace mucho tiempo ya, lo que puede con lo poco que tiene. Si hasta impulsaron un Allende, un Chávez…y hasta el Foro de San Pablo. Esto no los exculpa de sus responsabilidades; al contrario.


Lo que aquí intentamos es precisamente lo opuesto a lo que hacen nuestros jetones locales: denunciar a la “burocracia restauracionista” y exigir comunismo de guerra a un pueblo que habita lejos, lejísimo, mientras ellos mismos no saben explicar el proceso de conformación de precios en su propio país.


Arriesgamos: gusano es también el que pretende prescribir cursos de acción a pueblos que le son lejanos y en su entorno inmediato no los escuchan sino sus adeptos…que entran todos en un LADA.


Para no abundar en redundancias, y explicitando por enésima vez nuestro apoyo irrevocable, nuestra simpatía y sincera admiración por el pueblo cubano y su Revolución, compartimos algunos interrogantes. En una de esas, a lo mejor, rebotan por algún lado y se puede debatir con franqueza, humildad y, sobre todo, conciencia de sí.



¿A nadie se le ocurrió pensar que la propaganda contrarrevolucionaria más efectiva es el versito del confort, las remesas que diariamente envían familiares emigrados, el regalito tecnológico que traen a sus parientes cuando van de paseo a la isla? ¿Nadie se detuvo a pensar en lo torpe que es pretender tapar el Sol con un dedo pretendiendo regular expresiones culturales como el hip-hop, reggaetón y afines, en el seno de una cultura riquísima, en un país que cuenta con academias de danza reconocidas mundialmente, donde se jactan de contar con “más de quince” ritmos autóctonos? ¿Sirve hoy, realmente, andar persiguiendo performers, directores de teatro, artistas plásticos?[8]


¿No corresponderá dar, de una vez por todas, un verdadero cauce de contención dentro de la Revolución al vibrante movimiento de minorías y disidencias sexuales; redimiéndolos tras décadas de ostracismo y silenciamiento? ¿Cuáles de todos estos conflictos son exclusivamente de La Habana, de sus alrededores y de los lugares turísticos? ¿Llegan, y de qué modo, hasta Oriente?


¿Por qué esa persistencia en pensar el impacto cultural de las herramientas informáticas y las redes sociales en la misma clave unidireccional que registraban la televisión y la radio hace 50, 60 o 100 años? ¿Nadie en la isla reparó en que la sarasa de las redes es precisamente la interacción, la potenciación del “hazlo tú mismo” y la ficción democratizante que recita en sordina el éxito de tal o cual influencer? Más aún: ¿a nadie en el seno del Gobierno-Estado-Partido se le ocurrió desplegar un descontracturado pelotón de influencers que defiendan crítica y sanamente el proceso revolucionario? ¿No habrán indagado en las potencialidades del hacking?


¿Qué cuadros está formando el Partido Comunista de Cuba? ¿Acaso se tratará de meros administradores agarrados a la prebenda; obedecedores compulsivos con pequeños privilegios que, habiendo sido niños durante el Período Especial, hoy se deslumbran razonablemente al acceder a algún nivel interesante de consumos materiales?


¿Cómo hacer convivir, de la mejor manera posible, el desarrollo de cinco vacunas contra el Covid-19[9], las misiones sanitarias internacionalistas y un acceso a la salud –en otro momento de escasez, incluido de varios medicamentos- en plena pandemia mientras se atraviesa un intrincado proceso de reunificación monetaria?


Por ahora, cortamos acá; no sin antes recomendar dos textos amasados por jóvenes revolucionarios que viven, militan y escriben en Cuba, a la vez que recomendamos recorrer sus respectivos sitios.


Resulta mucho más enriquecedor seguir cotidianamente los debates que tienen lugar allá, aún con restricciones y censuras, que tirarse de cabeza con el viejo recetario cuando vuelan cuatro cascotes:


“Tendremos que volver al futuro”. Editorial de La Tizza; 15 de Julio de 2021:

“«Palabras» no solo a los intelectuales”. Alexei Padilla Herrera; 23 junio 2021:


Hasta la Victoria, siempre.






NOTAS:


[1] “Porque las cosas cambian”; Enrique Bunbury, del disco “Helville Deluxe”(2008) https://www.youtube.com/watch?v=y9LBKnXTL24


[2] No está de más recordarle a nuestros lectores el resto de las Antillas caribeñas que son estados formalmente independientes: Haití, Jamaica, Republica Dominicana, Antigua y Barbuda, Barbados, Dominica, Granada - Bishop y Fidel, invasión de bienvenida por EEUU 1983- , San Cristóbal y Nieves, San Vicente y las Granadinas, Santa Lucia y Trinidad y Tobago. Sin repetir y sin soplar: nombre gobernantes de alguna de las mencionadas naciones; acontecimientos históricos, lo que se le ocurra. La soberanía sobre las restantes islas de las Antillas se distribuye entre Estados Unidos, Francia, Holanda y el Reino Unido (entre varios, podemos nombrar al paraíso fiscal Islas Caimán).

[3] La presencia militar yanqui en Guantánamo, vigente hasta la fecha, es una rémora de la funesta Enmienda Platt (1901), que ni la Crisis de los Misiles en 1962 pudo eliminar. Formalmente suprimida en 1934 la legislación imperialista, la base se fue quedando. Interesante tópico para pensar en torno a legalidad y fuerza. Adivinen qué se impone.

[4] ¿QUÉ CARAJO ES ESTO? La Cloaca Webzine; Octubre de 2020: https://lacloacawebzine.wixsite.com/misitio/post/qu%C3%A9-carajo-es-esto [5] Con respecto a la comida en Cuba, recomendamos con especial énfasis este informe del sitio cubano llamado El Toque: https://alimentoscuba.eltoque.com/


[6] No es un dato menor que la mayoría de los cubanos tienen familiares en Miami o en algún rincón del mundo. Se estima que en total son un poco más que un millón y medio quienes han emigrado. Gente de Zona, la banda del momento, abandonó Cuba en Octubre de 2020, una versión de su hit “La Gozadera” musicalizó la reciente Copa América. La gusanera es así: paga bien y rápido.


[7] La única excepción que hemos visto en lo tocante a este punto, nobleza obliga, es la caracterización propuesta por Razón y Revolución en su posicionamiento con respecto a la situación en Cuba. No quita que queden comprendidos en la lógica general que se ha descripto en lo que hace a la cuestión prescriptiva: https://www.facebook.com/razonyrevolucion/photos/a.10152924901342818/10161320544897818


[8] Con respecto al Hip Hop cubano y sus múltiples derivados, resulta rescatable esta intervención de Malena Dalesio. “La Cuba rapera”; 18 de julio de 2021, en “El Cohete a la Luna”: https://www.elcohetealaluna.com/para-cuba-con-amor/


[9] Médicos y no bombas, La Cloaca Webzine: Junio 2021.

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