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Las alas han sido destinadas - reseña teatral

  • lacloacawebzine
  • hace 57 minutos
  • 3 Min. de lectura
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En una tarde lluviosa, ingresamos al Teatro Auditorio Cendas, un espacio moderno y ameno, próximo a cumplir treinta años. Degustamos un café y luego fuimos invitadxs a pasar a la sala. Allí, un sonido clarísimo permite disfrutar cada melodía y las voces que la acompañan, así como las proyecciones: imágenes nítidas que enriquecen el relato.


Antes de comenzar, fuimos alentadxs a la escucha y la atención por la directora de la obra, quien además es la autora de los textos y de la idea original. Sabemos que vamos a ver danza, y que se nos contará una historia a través de la imagen, la música y el movimiento. La obra interdisciplinaria es creación colectiva de la Compañía Ensamble Siglo XXI, compuesta por quien nos recibe y lxs bailarines.


Suenan los primeros acordes de Stairway to Heaven, y tres cuerpos se mueven, como queriendo salir desde dentro de sus crisálidas blancuzcas. ¿O son fantasmas? ¿O están emergiendo de un útero? “Yo era libre y transigí mi libertad”, dice una voz. A partir de entonces, en diversas escenas y con distintas canciones, se gestarán los encuentros y los desencuentros entre el hombre, la mujer y la sombra.


¿La Sombra qué es? Cada espectador pensará en sus propias sombras: los obstáculos, el deber ser, los miedos que cada unx enfrenta. El hombre y la mujer tienen sus propias sombras. Hacen su camino por separado. El vestuario de lxs bailarines acompaña el paisaje sonoro; los textos nos dan pistas de lo que aqueja a cada quien, y podemos observar a lxs actores en sus trajines cotidianos, peleando con su propia oscuridad. La mujer se interroga, doblada sobre su vientre; el hombre cae, encadenado por su sombra. “¿Será posible mantener mi deseo únicamente en el sonido de mi voz?”


La poesía construye la historia y nos abre a preguntas sobre lo que sucede en el escenario. A cada espectador/a le resonará alguna frase, algún momento de su lucha individual. Pero, en cierto punto de la obra, se proyectan audiovisuales que nos recuerdan las batallas que estamos viviendo como humanidad. Los condicionamientos se imponen socialmente; las sombras forman parte del contexto: hay una lucha entre la Muerte y la Vida en medio de una crisis climática y civilizatoria. Pero siempre hay esperanza, si hay resistencia: una flor puede nacer en el desierto.


Cuando resisten al contexto y vencen sus luchas individuales, pueden encontrarse el hombre y la mujer. Desnudos de sombras. Despojados de trajes, de formas, de apariencias. Se encuentran y bailan, sonrientes, libres nuevamente. El ser humano ha salido de la crisálida, y aunque transigió su libertad, las alas le han sido destinadas.


Ningún espectador/a saldrá indiferente de esta obra. El movimiento, la música, la poesía, la imagen, las luces y lxs intérpretes en escena no permiten bajar la mirada. Nuestras subjetividades son interpeladas como individuos y como parte de esta sociedad que se desangra. Cada quien encontrará nuevas preguntas —o respuestas— sobre su propia humanidad. La belleza de esta “rareza” del arte debe seguir interpelándonos.


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