“Tiene cara de mosca, oreja de chancho, pata de cabra, trompa de elefante y culo de mandril”
Eduardo Sergio Beilinson, “Dragones” (Talismán;2014)
Hace mucho tiempo que la clase dominante en nuestro país no encuentra buenos representantes, probos para ocupar de manera eficaz los famosos resortes de su Estado. Ni peronistas ni radicales. Tampoco el Pro o los liberales. Hasta fue necesario intentar darle forma a una disputa entre grandes coaliciones, cuestión para nada normal en la historia electoral del país. Un intento de bipartidismo forzado, sin ningún tipo de arraigo que, inclusive, no fue aceptado por los miembros de las mentadas coaliciones. Incluso se llegó al absurdo de que el embajador yanqui les diga en la jeta que se pongan a gobernar ahora, que no se debe esperar hasta las elecciones.
En las principales coaliciones de la burguesía se viene reforzando la necesidad de recambio interno. Con más o menos ruido, de manera más o menos elegante. Con el renunciamiento de Macri (las derrotas tienen un solo padre, a diferencia de las victorias), se dio un paso más en este sentido. CFK dijo que no se va a presentar aunque el tibio operativo clamor no cesa, el Cristinapalooza del 24/3 fue en ese camino. Aún es una incógnita el futuro del hijo Máximo y sus amigos.
¿Cuál es el trasfondo de toda esta situación? La necesidad de legitimar a un Estado y a su democracia que tiene a la mitad de la población en la miseria. Que además de esto, no tiene ninguna perspectiva de mejorar. Absolutamente lo contrario. Todas las variables indican que, dejado atrás el carnaval más grande del mundo encabezado por Lionel Andrés Messi, todo va a empeorar. Ya no hablamos de poder adquirir una vivienda, un empleo en blanco, etc. Sino de no ser pobre teniendo empleo, de poder comer alguno de los asados prometidos por Alberto y Cristina en campaña o tener unas zapatillas. Por lo menos en cuotas.
Toda la clase dominante tiene, sacando cierto bullicio televisivo o de redes, el mismo planteo para salir de la pobreza: exportar más. ¿Acaso no llegamos a esta situación exportando? ¿A dónde fue la guita de la soja y del granero del mundo? Al bolsillo de sus dueños y de los ricos que se vuelven cada vez más ricos mientras los pobres aumentan de manera geométrica. Nota: existe la propiedad privada. Ni hablar que el ser un Estado ludópata tiene sus consecuencias. Entre ellas, deberle plata en todo el globo y administrar el país peor que un kiosco, resolviendo los problemas ahora sin mediar las consecuencias futuras. El parche como política de Estado. A ver, un pedazo de la renta de agronegocio se mantiene, pero cada vez cuesta más, hoy es por la sequía, mañana puede ser su contracara las inundaciones, pasado la incapacidad y así hasta el infinito.
Cuidado con el espejismo, con esa zanahoria de bienestar que prometen. La crisis capitalista, por más que te la presenten como que "algo falló", es exactamente lo contrario: está funcionando de manera esperable, así es como funciona. Cada cierta cantidad de tiempo, la cosa explota, perdemos los mismos de siempre (que cada vez somos más); se baraja y se da de nuevo. Y así…
Los últimos tres gobiernos nos vienen hablando de la importancia de Vaca Muerta. No solo para que se deje de cortar la luz y el gas, sino para exportar al mundo. Incluso Alberto Fernández dijo en Europa – luego del comienzo de la Guerra y de las sanciones occidentales a Rusia- que la Argentina era un proveedor seguro de energía y alimento. El petiso, que fue el primero en mandarle vacunas, no se la va a perdonar jamás.
A Vaca Muerta hay que sumarle el litio en el norte del país. Materia prima clave para fabricar baterías, insumo clave para la transición energética y esperanza global para la salida del petróleo como actor principal de la matriz energética. Dato de color: en nuestro país no hay cobalto, material clave para poder fabricar las baterias, lo hay en el Congo, país al que tampoco le estaría yendo bien.
Si nos acercamos a la Cordillera de los Andes, en la misma hay muchos minerales para extraer. Mineras, principalmente, trasnacionales vienen a llevarse oro, plata, cobre, plomo y zinc. Esto no quita que haya un importante rechazo en gran parte de la población, por cuestiones de contaminación y de la escasez del agua. Hecho que también puede afectar a otras fracciones de la burgue. El ejemplo de los vitivinícolas mendocinos es de los más claros (¿Solo en este gobierno Cabandie puede ser ministro de medio ambiente?).
Oda a Abal Medina
¿Qué tiene que ver Abal Medina con todo esto? Un montón. Es por medio de la reforma política que realizó en 2009, que se puede encauzar una institucionalidad cada vez más deslegitimada debido a la crisis económica permanente y a dos gobiernos, de distinto color político, que fracasaron. Es una posible solución a la tensa relación entre acumulación de capital y legitimidad política que hay en la actualidad. Es la posibilidad de que “nuevos” dirigentes puedan surgir, ocupar lugares de mando y ser los “representantes del pueblo” en momentos tan difíciles. Es la posibilidad de un nuevo ciclo de acumulación de capital sin medir costos.
En la actualidad, ¿quién tiene la fuerza para ordenar una economía que no crece, con la inflación por las nubes y una pauperización en eterno crecimiento? Nadie. La descomposición aumenta en el seno de nuestra clase como así también en las filas del enemigo.
En este habitual festival del parche, salta a la luz, si uno se pone medianamente perspicaz y generoso, la persistencia de un mecanismo institucional amañado, berretinero, costoso acaso pero, contra todo pronóstico, efectivo a pesar del paso del tiempo.
Las Primarias Abiertas Simultáneas y Obligatorias, popularmente conocidas como las PASO, han resultado ser, silenciosa pero persistentemente, un ordenador medianamente efectivo para un fenómeno dinámico y, síntoma inequívoco del aludido marco de descomposición generalizado.
Pergeñadas por el conspicuo Juan Manuel Abal Medina -Carita de Ricotero- allá por 2009, las PASO constituyen hoy por hoy un dique de contención para la dispersión y el travestismo político que, habida cuenta de la ausencia de programas políticos, se hace de la improvisación la marca distintiva de cualquier fracción política que se saque la sortija en la calesita de la dominación de clase, prestando el nada desdeñable servicio de contribuir a la tan mentada “gobernabilidad”, ya sea en su versión pesadillesca como cuando se erige en sueño mojado. Institucionalizan, las PASO, el apilamiento de personeros y runflas varios. Ponen orden en la cotidiana orgía de incapaces que aspiran al favor público, a la lista sábana; al carguito. Si total, se sabe: el para qué no importa. Sólo importa mojar la medialuna.
En tal revoleo, paradójicamente o no tanto, la autopercibida tercera fuerza nacional, el FITu, lejos de toda disputa real, de injerencia, de inserción en sectores estratégicos de la matriz productiva, debería estarle más que agradecido al mentado Juan Manuel. Sin el andamiaje siniestro que pone en acto la ficción de la competencia y discusión programática, la inserción de esta “izquierda posible”, su inserción, sería mucho menor aún. Lejos quedaron las campañas contra la presunta “reforma proscriptiva” e incluso del tragicómico “un milagro para Altamira”. El gustito a la institucionalidad burguesa no se las quita nadie. Son cómodas las oficinas; las asesorías rentadas, una necesidad. Los viáticos no es que condicionen pero vamos, nunca vienen mal. El mimito del aparato de Estado suele ser, muchas veces, más efectivo que el palazo y los gases lacrimógenos.
La orfandad de nuestra clase aumenta día a día. Segundo a segundo. La clase ignora a los representantes de la muy pituca izquierda posible, que cada vez sale más cool en el afiche; más relajada en el spot; más tiktoker y ganchera. No la respeta. La agenda liberal que principalmente desempeña esta izquierda posible, constituye un coro polifónico de tartamudos que no tiene real asidero. Caso testigo: el asunto de las drogas y sus adyacencias. La movilización activa en defensa de los intereses materiales de la inmensa mayoría fue lenta pero sistemáticamente remplazada por sofisticadas agenda de minorías. Cierto es que en este punto se verifica que se trata de una tendencia mundial. Después se preguntan dónde queda la fábrica de Bolsonaros; de Trumps; de Melonis; de Mileis.
Construir el mundo que soñamos no es por este lado. ¡Viva el marxismo ramonero!
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