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La estrella de Napoli



Qué mundo jodido será que seguimos creyendo en un tipo que nos hizo felices jugando a la pelota. Encima pasan los años y cada vez lo queremos más.


★★★


En plena pandemia, el alcalde tuvo que negociar con los tifosi y permitir que se festeje la Copa Italia. Por unas pocas horas hubo alegría y los fuegos artificiales alumbraron toda la ciudad. Con los nuevos festejos ocurrió lo mismo, pero por mucho más tiempo. Il cuore salía del pecho. El alma reboza de felicidad.


★★★


Los argentinos también venimos de los barcos. Aunque a algún progre le moleste, es así. Los criollos, la educación pública, los que se escaparon del hambre o de alguna guerra en algún rincón del mundo y la mar en coche.


En Buenos Aires, hablamos español, pero con tonada tana. Ojo, no con cualquier tonada; con la tonada del sur. Arriba tienen otro acento, otras formas. El círculo del anillo lo cierra yasabemoquien yendo a jugar allá. Los que nos continúa acercando, él que nos hace hacer darnos cuenta de que somos lo mismo.


★★★


La ventana se abre en momentos muy precisos. No importa la oscuridad de la habitación. Tampoco la circulación de aire. En los últimos 33 años se había abierto solo en el ´87 y en el ´90. Se hizo una excepción en 2022. Solo una excepción y porque lo ameritaba. Nadie podía imaginar que se iba a volver a abrir tan rápido.


La ventana permanecía cerrada por un motivo muy claro. No arruinar el mural gigante que tenía su cara sobre las maderas con la que estaba hecha.



★★★


Tenía muy pocas horas. A eso hay que restarle el viaje en tren. Además, fue el único que no salió en horario. “En el sur son así” me dice un empleado esforzándose por hacerse entender mientras rezongaba.


En la estación ya hay pequeñas referencias a su persona y al equipo. También vendían la indumentaria de la temporada. Era impagable. Un poco porque eran precios caros. Otro poco porque no tenía un peso, o mejor dicho un euro.


El San Paolo quedaba lejos del centro. Era al primer lugar, quizá el único, que quería conocer.


Al salir de la estación, había un aire como en casa. La calle ruidosa, la basura acumulada donde la dejaba el viento, el aire tenso, el tener que estar pillo y los autos que no te cedían el paso.


El bondi me dejó a unas cuadras. Pude ver los accesos al estadio lleno de pintadas (de las cuales muchas eran antifa) y los distintos caminos de su alrededor llenos de lámparas. De afuera tenía un aire al de Racing o eso me pareció entre tanta emoción. No conseguí entrar, pero el momento de estar ahí, de lograr llegar casi por casualidad, no te lo quita nadie. El recorrer las inmediaciones, el poder imaginar lo que habrán sido esos gloriosos años. El poder andar por las plazas, los negocios, el ver los murales y muchas más pintadas (incluida la del viejo PCI y un nuevo festejo por el natalicio de Engels). El caminar y caminar.


★★★


El equipo que ganó el Scudetto del 86/87, tenía en su plantel 25 jugadores italianos y 1 argentino.


El equipo que ganó el Scudetto del 89/90, tenía en su plantel 23 jugadores italianos, 2 brasileros y uno argentino.


El equipo que ganó el Scudetto del 22/23, tenía en su plantel 6 italianos, 2 polacos, 1 nigeriano, 1 camerunés, 1 coreano del sur, 1 eslovaco, 1 francés,1 kosovar, 1 macedonio, 1 portugués, 1 mexicano, 1 uruguayo, 1 brasilero y 1 argentino (Giovanni Simeone, el hijo del Cholo).


★★★


El mundial lo mire con mi casaca del Napoli. Trucha, obvio, pero con un 10 y su nombre en la espalda. Este es el motivo de porque no la uso en ninguno de los tantos partiditos que juego; es una falta de respeto a él, al futbol y a la pelota. Solo se usa estando de civil.


No tengo una camiseta de la selección. Incluso la que me regalaron se la di a uno de mis hermanos. Con la que tenía era suficiente. Me sentía seguro. Me sentía acompañado. Si somos lo mismo. Por eso allá también se festejó.


★★★


Quizá el que no es futbolero no lo entiende. El que no sabe nada de historia y de política tampoco. Es como que salga campeón un equipo del Chaco o de Santiago del Estero o de algún lugar bien lejos de Buenos Aires.


El equipo de los postergados, de los pobres y de los oprimidos. De los que tienen cólera y son de “Bolivia y de Paraguay”. De los que son responsables de lo mal que están y de su sufrimiento.


★★★



De este lado del océano, no faltaron las casacas de su squadra. Hasta el embajador de Italia se hizo presente.



★★★


Al buscar algo bueno, bonito y barato para comer, la comida árabe era la mejor opción. Al entrar a un negocio de comida al paso, un afgano de unos 45 años, medio gordito, petizo, de cabello oscuro y de tez canela, abre los ojos como dos huevos duros, como el 2 de oro, al decirle que soy argentino. Cuenta un poco de todo lo que lo quiere, de cuando pasó y le estrechó la mano a Don Vittorio y de lo importante que es para la ciudad.


Ahora ya tengo para contar la anécdota que me paso al decir que soy argento en esta ciudad tan especial (y también por escrito). Tampoco puedo dejar de pensar, de preguntarme, cómo habrá llegado hasta acá este pobre cristiano.


★★★


Cuando se fue, el San Paolo cambio su nombre a pesar de la mala relación entré el gobernador de la ciudad y el presidente-dueño de la Sociedad Sportiva. El de La Plata, hecho por el pichichi y donde ninguno de los clubes históricos de la ciudad quieren jugar, le agrego su nombre en el mismo momento. En su club de origen, le pusieron su nombre a principios de los 2000 y hace un par de años viene acompañado a la empresa de turno. Pero el primer estadio en llevar su nombre es el del Club Atlético Agrario, de la localidad de De la Garma, desde el año 1992.


★★★


El Monte Vesubio entró en erupción en varias oportunidades a lo largo de la historia. La más celebre fue en el año 79 d.c., cuando puso fin a la ciudad de Pompeya y a la de Heráclito. El nombre de esta última rinde homenaje a Hércules – hijo de Zeus y de la mortal Alcmena- ya que la zona era considerada sagrada en la antigua mitología griega y romana.


En las erupciones de 472 y 1631, las cenizas llegaron hasta la gran Constantinopla. A más de 1600km de distancia. Motivo por el cual se autorizó a los súbditos a no pagar tributo circunstancialmente.


La erupción de 1906 fue la que más lava expulsa desde que se tiene registro, causando más de un centenar de muertos.


La última erupción fue en 1944 y destruyó el pueblo de San Sebastiano que se encontraba a sus orillas.


Cerca de cumplirse ochenta años de esta última erupción, no son pocos los que le exigen al Monte Vesubio de que termine su trabajo y elimine, por fin de una vez, a todos los napolitanos.



★★★


También se puede contar que la partida de la Stazione Di Napoli Centrale fue con el cansancio de recorrer parte de las callecitas del centro histórico a las corridas.


Al subir al tren, había que estar atento al chancho. La plata del boleto equivalía a dos o tres comidas y era un lujo que me interesa mantener. Por lastima, el “quetrenquetren” al pasar los durmientes hizo su efecto y resultó imposible mantener los ojos abiertos. Al despertar no se podía escapar por ningún lado. Me hace levantar, me empieza a hablar, pero enseguida se detiene. Se da cuenta que entiendo la mitad de todo lo que me dice y vuelve a comenzar. Me muestra el talonario con las multas que venía cobrando a todos aquellos sin pasajes o con alguno que no correspondía. Multas altísimas, sobre todo a un alemán y a un suizo. “Esos vienen con plata” me decía mientras se reía medio escondido para que no lo pudieran ver. La multa que me hace es mínima, casi insignificante, mucho menor a la del teutón y al “neutralista”. Al menor valor que se podía o incluso menos. Se la pago en efectivo en el momento y en un italiano súper claro me dice: “Saluti alla madre in Argentina”.


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Solo basta cerrar los ojos para verte gambetear.








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